Llama la atención por sus radicales diferencias (aunque en el fondo se parezcan más de lo que uno pudiera suponer), pero sobre todo por la larga cola de prejuicios, muchos de ellos ciertos, que arrastra la capital rusa. Evidentemente este tipo de informes aspiran al rigor y a la seriedad, evitando basarse solo en los tópicos que a todo hijo de vecino le vienen a la cabeza con la idea de calidad de vida. En ese caso, cualquiera podría citar una serie lugares paradisíacos y ensoñadores en lo que se demora un pestañeo. Pero las cosas no son tan sencillas y lo que ha buscado la consultora no han sido sol y comodidad.
Este año, la ciudad con mejor calidad de vida del planeta ha sido sí un lugar soleado, con playas y cocoteros, esos elementos presentes en cualquier postal idílica. Pero Dubái, mucho más que eso, es un enclave tecnológico y dinámico, ajeno a la pausa y la reflexión. Una ciudad futurista nacida sobre el vacío del desierto, perfecta para los negocios, con unos servicios sociales de primer nivel y una educación excelente. Eso sí, una perfección dedicada al servicio de los elegidos por la fortuna, a los expatriados, a los dubaitíes señores del petróleo, pero no al ejército de inmigrantes pakistaníes y de ciudadanos de Bangladés sobre el que se sustenta todo ese tinglado.
El estudio de Knight Frank tiene una vocación general y los parámetros en los que se sustenta abarcan varios aspectos de lo que se supone debería ser el estilo de vida urbana según el prisma occidental, una vida de éxito. Se han tenido en cuenta las condiciones climáticas, el coste de la vida, las condiciones fiscales, las opciones de ocio, la estabilidad política y la oferta de restaurantes de alto nivel. Se supone que el equilibrio entre todas esas premisas de la calidad de vida, que todo se reduce a un simple cálculo matemático, a las frías estadísticas.
Sin embargo, no es necesario profundizar demasiado en el dossier, ni tampoco investigar qué tipo de clientes contratan los servicios de Knight Frank para que darse cuenta que sus resultados muestran las necesidades de un segmento de la población muy reducido, de quienes llevan un alto nivel de vida, de los expatriados por las multinacionales, de los ricos. Las élites, en suma.
Para el resto de la gente no pasa de ser una mera curiosidad casi irrelevante. A quien hace malabares para cuadrar su presupuesto familiar no le importa en absoluto el precio de una botella de champaña en un hotel de cinco estrellas, como tampoco el número de restaurantes galardonados con estrellas Michelin (clasificación sorprendentemente encabezada por Hong Kong), o el número de escuelas privadas internacionales existentes en el perímetro de la ciudad. Y ni siquiera se ve reflejado ni encuentra orientación en el coste de la cesta de la compra, calculado en base a los doscientos artículos adquiridos en las tiendas más prestigiosas de cada ciudad.
El sesgo del informe queda al descubierto en las declaraciones del socio de consultoría Knigh Frank, Alexánder Koch: “Al comparar cada uno de los destinos, resultó obvio que ciertos factores motivan a ciertos clientes, dependiendo de cuáles sean sus motivos para mudarse. Por tanto, para el empresario, Auckland (Nueva Zelanda) logró el primer puesto de la clasificación al obtener una puntuación alta en cuestiones de estabilidad política, facilidades para viajar, clima propicio y variedad de restaurantes. Ginebra es la ganadora absoluta para los que tienen motivaciones familiares y muestra ser un destino clave en cuanto a educación, actividades de seguridad y de ocio desbancando a Singapur, Londres y Dubái, que se quedaron detrás”.
En este curioso ranking España tiene dos ciudades de muy diferente perfil: Palma de Mallorca y Madrid. Palma figura incluso en una segunda posición compartida con las islas Caimán. Ambos son lugares privilegiados en cuanto al clima y también han obtenido buenas puntuaciones en todas las demás clasificaciones. Son lugares especiales, muy específicos. Mecas turísticas, retiros dorados y, en el caso, de las Islas Caimán, con el irresistible atractivo de ser un paraíso fiscal. Sin embargo, además de la población local, convertirse en residente en cualquiera de los paraísos fiscales solo está al alcance de muy pocos bolsillos. Sitios para ricos con unos servicios de altísimo nivel creados especialmente para ellos.
Madrid y Moscú han entrado en la lista porque tienen sus ventajas, en el caso madrileño el buen clima, la estabilidad política y la comodidad para vivir y en el caso de la capital rusa por las ventajas fiscales y el precio del carburante, así como por la existencia de prácticamente todas las comodidades y los lujos para aquellos para los que el dinero no es un problema. Como Londres, Ginebra, París y Nueva York, se trata de capitales, ciudades grandes, enormes centros de negocios con poderosas circulaciones de capitales, sobre todo en el caso de Moscú donde según la revista Forbes, residen setenta y ocho personas con fortunas de más de mil millones de dólares, más que en cualquier otro lugar del mundo.
Conceptos como la ecología, el acceso a la cultura, la ausencia de estrés, la sanidad, el acceso al trabajo, esas cosas sencillas que marcan la salud general, el nivel de un país y cualquier persona normal puede disfrutar quedan fuera de este estudio.
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.
Ambos partidos se han pronunciado así en sendos manifiestos elaborados con motivo de la celebración mañana del Día Internacional contra la Violencia de Género. EFE
La no comparecencia a un reconocimiento médico por parte del Instituto General de la Seguridad Social o las Mutuas de Accidente de Trabajo adscritas a la Seguridad Social tendrá como consecuencia la suspensión de forma cautelar de la prestación por IT ( Incapacidad Temporal ) es lo que se llama “ estar de baja laboral “
Policías de la localidad de Eilat en Israel están buscando a cuarenta escolares rusos, alumnos del décimo grado, que se perdieron en uno de los caminos del cañón Rojo cerca de la ciudad, comunica el diario Yedioth Ahronoth.
Según informa el diario, hace unas horas se mantuvo el contacto con el grupo de escolares. El guía que acompañaba al grupo llamó al Departamento de la Naturaleza y parques de Israel, solicitando información sobre las rutas posibles con objetivo de observar lugares notables de la región.
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Un cordial saludo,
New Counsel.
La mayor parte de los rusos consideran a sí mismos gente feliz, según la encuesta realizada por el Centro Nacional de Sondeo de Opinión (VTsIOM), siendo de señalar que el número de personas contentas con su vida crece en Rusia vertiginosamente.
En la película totémica de la época soviética Esperemos a que llegue el lunes un colegial expresó en su composición que “la felicidad es ser entendido”.
Para otros, la felicidad es el bienestar en la familia (29 %). El que la mayoría de la población de Rusia se considere gente feliz, expertos lo atribuyen a la seguridad en el porvenir.
Ante la sociedad se abren amplios horizontes, cuando el Estado proporciona un desarrollo multilateral, una vida pletórica, vela por la protección social. El coeficiente de la felicidad será tanto más alto cuanto más amplias sean estas posibilidades. Cuando el Estado es incapaz de satisfacer la necesidad que la población económicamente activa tiene de autorrealizarse, la fe en un futuro luminoso se desvanece, aseveran expertos. Esto puede ocurrir debido a la ausencia de los tres factores fundamentales que influyen en el denominado índice de felicidad, comenta el director general del VTsIOM, Valeri Fiódorov:
—Existen tres componentes indefectibles de la felicidad, y esto es válido no solo para Rusia, sino para la mayoría de otros países. Antes que nada, es la cuantía de los ingresos. En condiciones de pobreza o miseria es difícil sentirse feliz, por muy optimista que seas. El segundo componente es la salud física personal. Y, por fin, la sensación de compenetración con el entorno social, las buenas relaciones con tus vecinos, familiares, amigos, conciudadanos. Si tienes la sensación de estar compenetrado con tu país, si tu país se desvela por tí, y tú, correspondientemente, puedes influir en lo que sucede en tu tierra, el nivel de felicidad se eleva.
Hace unos años, el centro científico New Economics Foundation (Gran Bretaña) elaboró el Índice mundial de la felicidad. En 2007, cuando este centro por primera vez presentó su Índice, la primera línea le correspondió a Vanuatu, pequeño país insular, localizado al este de Australia y uno de los más pobres en el mundo. EEUU, que refrendó la aspiración a ser felices en su Declaración de la Independencia, ni siquiera figura en la primera centena de países. A juzgar por los estudiosos británicos, desde hace varios años lidera la lista de los países más felices América Latina. El año pasado, ocupó nueve de los primeros diez puestos, cediendo tan solo el segundo a Vietnam. Según se ve, los Estados con un nivel de vida objetivamente alto y arraigadas tradiciones democráticas, por regla general, por el índice de felicidad ocupan posiciones inferiores frente a los menos desarrollados.
Los analistas de New Economics Foundation sacaron esta conclusión: las cifras del crecimiento económico y de la producción industrial no reflejan la percepción real de la vida. La gente no sueña tanto con la riqueza como con la felicidad y la salud.
Es sugestivo que, según los datos que obran en poder del Instituto Gallup, estos últimos años, el número de personas felices en el mundo se ha cuadruplicado. Lo mismo evidencian los sondeos sociológicos en Rusia, donde el 77 % de los ciudadanos estiman que el estado de salud es el principal factor que determina la felicidad. Luego vienen matrimonio feliz, seguridad en el futuro, y solo después, riqueza.
Todo ello refleja el nivel de autorrealización propia, pero en modo alguno el nivel de la felicidad, opina la Catedrática de psicología patológica y neurológica en la moscovita Universidad estatal de psicología y pedagogía, Natalia Zvéreva, Máster en Psicología:
—El hombre no puede ser feliz durante toda su vida. En la vida pueden haber momentos afortunados que son fundamentales para determinar si una persona ha tenido suerte o no y, en este sentido, ha sido feliz o infeliz. Creo que los resultados en cuestión más bien reflejan la apreciación que la gente da a sí misma en el sentido de haber tenido éxito en la vida, pero no el sentido de ser feliz, porque la felicidad es una sensación pasajera.
En todo caso, por muy fugaz que sea la felicidad, es capaz de pintar nuestra vida con colores impactantes e inolvidables. De ahí, su fuerza atractiva para cada uno de nosotros. Esta obsesión de ser feliz, rayana en una manía, tiene una explicación científica. La felicidad es algo contagioso, a esta conclusión llegaron colaboradores de las Universidades de Harvard y de California. En su opinión, si en el entorno de un hombre prevalece gente amistosa y benévola, su mundovisión se transmite a él. Más aun, los estudiosos han descubierto la fórmula de la “contagiosidad”. Al “contagiarse” de la felicidad siquiera una sola vez, la persona ansía coger este “virus” una y otra vez. Así que no le tengan miedo.
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