En Madrid, historiadores rusos y españoles tomaron parte en una conferencia dedicada a la resistencia de Rusia y España en la lucha contra Napoleón.
Los dos países han resistido heroicamente contra las tropas de Napoleón para liberar a Europa. Los historiadores dedicaron gran atención al papel de la guerrilla de los dos países durante la invasión francesa. La rusa Vera Bokova resaltó que el movimiento guerrillero en España fue un ejemplo para Rusia durante la liberación nacional en 1812. Itar TASS
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Tatiana Zaviálova
En esta muestra, dedicada al bicentenario de la victoria de Rusia en la guerra contra la Francia napoleónica, participaron once museos y organizaciones artísticas, así como coleccionistas privados.
Banderas y estandartes, armas y uniformes, órdenes, medallas, y claro está, magníficos lienzos de batallas guían al visitante de batalla en batalla por las “guerra moscovita-parisina de 1812-1815”. La exposición reúne los retratos de todos los protagonistas de aquella contienda: Michael Andreas Barclay de Tolly fue el primer comandante del ejército ruso; el príncipe Bagratión, también comandante, quien fuera mortalmente herido en la batalla de Borodinó, en la que se decidía el destino de Moscú; el mariscal de campo Kutuzov, quien venció a Napoleón y expulsó sus tropas de Rusia. Y, por supuesto, dos emperadores: “el conquistador de Europa”, Napoleón, y el zar ruso Alexander I, liberador de Europa.
La exposición también incluyó antiguos mapas y grabados, que ilustran cómo transcurrieron las acciones bélicas en Rusia. Napoleón contaba con una rápida victoria. El ejército ruso era pequeño, mientras las huestes francesas contaban con casi seiscientos mil unidades, el ruso llegaba apenas a las ciento ochenta mil, con pocas victorias a sus espaldas. Además, Napoleón desarrolló en Europa una estrategia exitosa: le imponía al enemigo una batalla definitiva, y tras vencerle, a su oponente no le quedaba más remedio que tornarse en su aliado o capitular. En Rusia Napoleón tuvo que esperar por esa batalla prácticamente tres meses. El ejército ruso retrocedía lentamente, combatiendo. La batalla definitiva tuvo lugar en las inmediaciones del poblado Borodinó, cien kilómetros al oeste de Moscú. Sobre el significado que tuvo esta batalla, la más sangrienta del siglo XIX, nos relata Guennadi Gotóvtzev, miembro de la Unión de descendientes de los participantes de la batalla de Borodinó:
—Esta batalla quedó en la memoria hasta de Napoleón, - acertó el escritor. – Durante su destierro en la isla de Santa Elena, él dijo que los franceses merecieron la victoria, pero los rusos se ganaron la fama de ser invencibles. Es más, cuentan que cuando las tropas de Napoleón capturaban prisioneros con la Cruz de San Jorge, y cuando les preguntaban cómo la habían ganado, respondían “Por la batalla de Borodinó, Napoleón los dejaba libres. Los franceses se atribuían a sí esa victoria, ya que ellos entraron en Moscú.
Más pronto tuvieron que abandonar la capital rusa sin glorias. Según Andrei Buróvski, “la campaña rusa no se desarrolló según los esquemas habituales para Napoleón”:
—Napoleón tenía un plan muy claro de su guerra con Rusia, un plan preparado minuciosamente. Pero para él resultó sorpresivo el hecho de que el avance de sus tropas resultó mucho más lento que lo planificado. Y al entrar en Moscú, no obtuvo nada. Eso fue un fiasco total, porque en todas las ciudades europeas siempre quedaba al menos un grupito de personas que le ofrecían las llaves de la ciudad. Pero Napoleón entró en una ciudad totalmente vacía. Y eso no estaba planificado por nadie.
Napoleón no solo no recibió las llaves de la ciudad, sino tampoco ofertas de paz. El ejército francés tuvo que abandonar Moscú (cuentan que los soldados se comieron a todos los cuervos, a falta de alimento) y se dirigió al sur, dinamitando el Kremlin y el monasterio de Novodevichi. Fuerzas superiores conservaron la ciudad: los franceses se retiraban bajo una lluvia torrencial y las mechas se apagaron.
Resulta simbólico el hecho de que la exposición “Inolvidable época...”, haya sido dispuesta en el Manezh, la sala expositiva central de la capital, en las inmediaciones del Kremlin. Este edificio fue construído para celebrar el quinto aniversario de la victoria sobre los franceses, en 1817. El célebre ingeniero Agustín Betancourt diseñó una sala cubierta única, que permitía desfilar a todo un regimiento. El diseño arquitectónico del Manezh se debe a Osip Bove, quien durante la Guerra Patria de 1812 integró las milicias, como tantos compatriotas.
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La II Guerra Mundial ha demostrado que la radiodifusión exterior puede llevar la información no sólo a sus oyentes comunes y corrientes, sino también hacerla del dominio de la opinión pública en el exterior.
Por ello se optó en 1946, cuando se inició la confrontación entre los otrora aliados en la coalición antifascista. La Unión Soviética y EEUU se convirtieron en las principales partes enfrentadas en la guerra fría. Radio Moscú y La Voz de América se vuelven los principales portavoces de las partes opuestas.
La guerra fría puso a estas dos potentes emisoras de onda corta en el filo de la contraposición ideológica de los dos sistemas socio-políticos. Cada una de las partes emitía su propaganda de forma contundente y ofensiva. América Latina también se convirtió en arena de la confrontación ideológica. Las emisiones de La Voz de América dirigidas a los latinoamericanos ensalzaban el modo de vida norteamericano y las virtudes del “mundo libre”, demostrando la inconsistencia del socialismo y presentándolo como un sistema ajeno a los países del Hemisferio Occidental. Al mismo tiempo, se hablaba de manera permanente de la “actividad clandestina de la URSS” en el Hemisferio Occidental. Por su parte, Radio Moscú exaltaba los valores socialistas, el régimen soviético y vaticinaba la inevitabilidad del derrumbe del capitalismo. Siempre se subrayaba la “esencia imperialista” de la política de Washington, incluso con respecto a sus vecinos del sur.
La guerra fría también era objeto de debates en la ONU. En su epicentro se vio en 1960 el dirigente soviético Nikita Jruschov, que encabezó la delegación de la URSS en ese foro internacional. Desde la tribuna de la ONU el líder soviético instó al cese de la carrera armamentista, a la eliminación inmediata del colonialismo y a la admisión de China en la ONU. Además, Jruschov tuvo intervenciones y diálogos improvisados con la prensa. Los reporteros norteamericanos siempre seguían al líder soviético pescando cada una de sus palabras. Jruschov pensaba que ellos pueden “decir cualquier disparate”. Por eso pidió que el corresponsal de Radio Moscú esté siempre junto a él y que grabe en el magnetófono todas sus intervenciones. Gracias a ello se registraron en el sonido muchas acotaciones de Jruschov, que no cayeron en los informes oficiales. En la ONU Jruschov reaccionaba tempestuosamente a los discursos de algunos delegados. El intérprete personal del líder soviético Víctor Sujodrev, recordaba:
–“Los discursos continuaban. De tiempo en tiempo en ellos se hacían declaraciones que Jruschov acogía como ataques contra el comunismo, la Unión Soviética y el sistema socialista en general. Protestaba y seguía golpeando con los puños sobre la mesa de la delegación. Y luego, de repente veo que se quitó un zapato. Cuando empezó a golpear con él sobre la mesa me sentí mal”.
Ese fue el momento que pasó a la historia de la ONU como “el zapato de Jruschov”. Al recibir por fin el derecho a responder Jruschov quiso desenmascarar a sus enemigos ideológicos. Las críticas también recayeron en el ministro de Asuntos Exteriores de la España franquista que estaba presente en la sala y cuya intervención causó una gran indignación al líder soviético:
–¿Quién es Franco? –exclama Jruschov desde la tribuna de la ONU. – Franco es el verdugo del pueblo español, que destruyó el Parlamento y depuso al gobierno legítimo.
El presidente de la sesión interrumpe al jefe del gobierno soviético y dice que estas palabras del orador no serán incluidas en el protocolo oficial. Es inadmisible ofender al jefe de un Estado miembro de la ONU. La respuesta de Jruschov es inminente.
Considero que estas observaciones son totalmente inadmisibles. ¿Por qué no detuvo Ud. al representante de EEUU, cuando calumniaba al régimen de la gran China? Rechazo sus observaciones.
Todo terminó con que el presidente desconectó el micrófono y declaró cerrada la sesión. En general, la guerra fría tenía su lógica. Las pasiones, propias del espíritu de la guerra fría, bullían por ambas partes.
La Casa Blanca estaba preocupada por la propaganda de Moscú en América Latina. En ella se percibía el afán de encender los ánimos antinorteamericanos, aunque los propios Estados Unidos con su política en la región allanaron el terreno para las manifestaciones de protesta de los latinoamericanos. En este sentido curiosa fue la conversación que mantuvieron en Washington en 1959 el viceprimer ministro soviético Anastas Mikoyán y el vicepresidente de EEUU, Richard Nixon (a la postre presidente de EEUU). El historiador Sergó Mikoyán, que estuvo presente en el encuentro como secretario de su padre, en su trabajo académico “La anatomía de la crisis del Caribe”, describe ese episodio de la siguiente manera:
–“Muy extraño era en un círculo tan estrecho y en un encuentro estrictamente oficial escuchar como él (Nixon) presionaba en un tono bastante agresivo y demagógico a mi padre, acusando a Radio Moscú por el crecimiento de los ánimos antinorteamericanos en América Latina. Él contaba cómo se estropeó su reciente visita oficial a Venezuela, donde se organizaron manifestaciones contra él y los estudiantes incluso intentaron tirarle huevos. Mikoyán, con una tranquilidad olímpica, dijo que Nixon sobreestima las posibilidades de influencia de Radio Moscú sobre la opinión pública de América Latina y le aconsejó pensar en otras razones de los manifestantes. “Si la radio –añadió el viceprimer ministro soviético, poseyera semejante fuerza de influencia sobre los estados de ánimo en el Hemisferio Occidental, ¿entonces por qué aún el hemisferio sigue siendo su “patio trasero”, tal como escriben es su país?
Por otro motivo y en otras circunstancias se topó con Radio Moscú el presidente estadounidense John Kennedy. El enfrentamiento de los dos sistemas socio-políticos con su ininterrumpida carrera armamentista y permanente amenaza de desencadenamiento de un conflicto bélico le costó caro al mundo. El torno a la URSS aparecían nuevas bases militares de EEUU. Le gente con gran inquietud escuchaba las últimas noticias. La paz era muy frágil. En las relaciones entre las dos grandes potencias más de una vez se dieron casos en que la guerra fría podía transformarse en una guerra “caliente”. Así fue en los dramáticos días de la crisis del Caribe en octubre de 1962, cuando la humanidad de vio al borde de una hecatombe nuclear.
El emplazamiento encubierto en Cuba de cohetes soviéticos fue largo tiempo un secreto para EEUU. En el momento más crítico de la crisis del Caribe todo dependía de la respuesta de Nikita Jruschov al telegrama de John Kennedy del 27 de octubre: ¿Está dispuesta la URSS a retirar sus cohetes de Cuba? La respuesta debía ser urgente ya que la situación se volvía extremadamente peligrosa. Y entonces el Kremlin dio un paso insólito. Decidió transmitir con urgencia a través de Radio Moscú el mensaje de respuesta al presidente de EEUU en el que aceptaba retirar sin demora los cohetes soviéticos de Cuba, sin esperar a que la respuesta llegue a la Casa Blanca por canales diplomáticos. El mundo fue informado de la resolución tomada por el Kremlin: primero a través de las emisiones en inglés y español de Radio Moscú, y después en otros idiomas. Lo importante era dar la noticia lo antes posible para que los “halcones” de la administración estadounidense y del generalato se queden sin argumentos a favor de la solución militar del “problema del Caribe”. El presidente Kennedy tuvo entonces que soportar y superar una enorme presión por parte de ellos.
El texto de la respuesta de Jruschov transmitido por Radio Moscú rápidamente fue difundido en el acto por las agencias informativas, por las estaciones de radio y televisión, y por las ediciones extras de los periódicos. Ese mismo día la Casa Blanca publicó el mensaje de respuesta de John Kennedy a Nikita Jruschov, en el que se decía:
–“Estimado presidente: De inmediato respondo a su mensaje del 28 de octubre, transmitido por radio, si bien aún no he recibido el texto oficial, por cuanto tiene enorme significado actuar con rapidez a fin de dar solución a la crisis. Pienso que Ud. y yo, con la enorme responsabilidad que recae sobre nosotros por el mantenimiento de la paz, hemos comprendido que los sucesos han llegado a tal punto que podían escaparse a todo control. Por eso saludo su mensaje y lo considero como un importante aporte al mantenimiento de la paz”.
El texto oficial del documento llegó más tarde por canales diplomáticos. Pero el mundo ya había respirado con alivio al apartarse del bordo del abismo nuclear. La decisión tomada por el Kremlin de retirar con urgencia los cohetes de la isla no fue una concesión unilateral, sino un compromiso. A cambio Kennedy se comprometió a no atacar a Cuba. Esto es bien conocido. Pero ahora pocos recuerdan, a excepción de los historiadores, que el presidente de EEUU había prometido asimismo retirar los cohetes norteamericanos de Turquía, que apuntaban a la Unión Soviética. El tiempo de vuelo de esos cohetes a los centros vitales de la URSS se contaba por minutos. Posteriormente esta promesa dada por Kennedy fue cumplida. Fue precisamente la instalación de cohetes norteamericanos en la vecina Turquía lo que indujo a Jruschov a recurrir a semejantes contramedidas, aprovechando el territorio de Cuba, que, por otra parte, también necesitaba protección de los designios agresivos del vecino del norte. Sea como sea, durante la crisis del Caribe prevalecieron el sentido común y la responsabilidad manifestada en el momento decisivo por los dirigentes de las dos grandes potencias, que impidieron el deslizamiento del mundo a una hecatombe nuclear.
Tras la crisis del Caribe, en agosto de 1963 se creó una “línea caliente”: una línea de comunicación directa urgente entre los dirigentes de la Unión Soviética y Estados Unidos, por si llegase a surgir alguna crisis peligrosa. Ambas partes reconocieron como inservibles los anteriores medios de comunicación para las consultas urgentes al más alto nivel. No en vano, en el momento crítico la dirigencia soviética tuvo que recurrir a Radio Moscú. El diario New York Times escribía que la “línea caliente” fue el resultado directo de las serias demoras en las comunicaciones entre el Kremlin y la Casa Blanca durante la crisis del Caribe y permite establecer contacto directo entre los líderes de los dos Estados en contados minutos.
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Una expedición de arqueólogos rusos en el Transbaikal oriental halló restos que podrían pertenecer al sobrino del famoso emperador Gengis Kan, según un comunicado publicado en la página de la Universidad Federal del Lejano Oriente de Rusia.
En la misión participaron expertos del mencionado centro educativo y el Departamento del Lejano Oriente de la Academia de las Ciencias de Rusia. Según la nota, los restos fueron encontrados en las inmediaciones del poblado de Jirjirinsk, residencia del Kan en el siglo XIII.
Los expertos opinan que el hallazgo puede formar parte de una tumba aristocrática. “Esta suposición fue hecha después de analizar los objetos descubiertos, parte de los cuales comprueba los lazos entre la región de Transbaikal y el Lejano Oriente”, dice el comunicado de la Universidad Federal del Lejano Oriente de Rusia.
El documento revela también los planes de los científicos rusos, que incluyen una visita a Mongolia, para participar en un congreso internacional de expertos especializados en el país asiático y otra misión arqueológica. En la Edad Media la región de Transbaikal formó parte del vasto imperio mongol. RIA Nóvosti
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