En España se da una aguda situación política debido a las tendencias separatistas de una fila de notorios políticos catalanes.

Sobre las consecuencias de una posible separación de una amplia región escribe Ígor Kudrin en su comentario.

El jefe del Gobierno de la Generalitat Arturo Mas dio inicio, como hace medio año, a una nueva y acuciante polémica. Después de una serie de intentos infructuosos del presidente del Gobierno Mariano Rajoy por convencer a su colega del norte de que es posible resolver con éxito la situación de crisis en España tan solo por medio esfuerzos mancomunados, Mas hizo una opción muy dudosa para los catalanes. Para acabar en la autonomía con el cierre de empresas, el desempleo y la caída del nivel de vida, los catalanes no deben buscar nuevas medidas a fin de superar los infortunios, no deben imponer a los europeos acuerdos de ayuda en la superación de las dificultades económicas y sociales. Mas encontró otra vía capaz de superar la crisis: crear un cuerpo propio de diplomáticos para Europa. Es difícil decir por qué de repente dejó de confiar a los diplomáticos designados por Madrid. Pero pese a sus permanentes quejas de falta de dinero, encuentra de súbito dinero para preparar a sus propios diplomáticos. Primero van a capacitarse y luego trabajarán en el extranjero percibiendo buenos sueldos. Como se aclara, justo así Mas da inicio a la independencia respecto a Madrid. Recordé de inmediato a otra persona que habló en septiembre en una manifestación de un millón de personas en Barcelona. Este estudiante que aún no terminó la universidad opinaba que la salida de los catalanes de la crisis es muy sencilla. Dijo que los catalanes son una nación especial, con su territorio y su lengua y ahora, cuando España se hunde, ellos no quieren quedar en la nave que se va a pique.

Por lo visto, hoy día las ideas de Mas coinciden por entero con las palabras del estudiante barcelonés. Mariano Rajoy siempre ha manifestado discreción al evaluar el estado de cosas en Cataluña, si bien las conversaciones con Arturo Mas no le causan placer alguno. Pues, el presidente del Gobierno y el dirigente catalán ven de distintas maneras la salida de la crisis. No sé cómo reaccione Rajoy a las últimas ideas de su viejo interlocutor, pero antes mostraba mucho tacto al hablar con don Arturo. En respuesta al trazado de la frontera entre España y Cataluña, él aconsejaba a los separatistas leer la Constitución española, pues allí está la respuesta a solicitudes de independencia. Creo que Mas no recuerda otro consejo del presidente del Gobierno: trabajar unidos para lograr la recuperación económica y la creación del empleo. En general, Rajoy ha considerado y considera con razón que hoy no es momento de generar más problemas.

He de recordar que el separatismo en España existe desde hace mucho y se manifiesta en diferentes formas. Sin embargo, en los tiempos de crisis de hoy los participantes de la división del país actúan rápido y sin pensar mucho. Como los vascos bajo la influencia de los separatistas que estimulaban durante largo tiempo a los terroristas de ETA. No obstante, en las actuales circunstancias los españoles aspiran a superar lo más pronto posible los infortunios, conscientes de que esto se puede hacer tan solo con esfuerzos comunes de todas las autonomías españolas. Sin recordar viejas ofensas y sin ajuste de cuentas. Un día, en Barcelona uno de mis colegas de una radioemisora local dijo con tristeza: la secesión dejaría a Cataluña en la ilegalidad europea. Estas palabras hoy suenan correctamente como hace quince años.

Los miedos, las fobias y la intolerancia humana se están apoderando de nuestras mentes de manera generacional creando reflejos inconscientes e instintivos más propios de animales que de personas.

El caso que vamos a comentar, la “catalanofobia”, es solo un espejo de lo que pasa en muchas partes del mundo. Un ejemplo de la ignorancia y la manipulación humana que nos lleva a enfrentarnos y odiarnos los unos a los otros innecesariamente.

El término “catalanofobia”, hace referencia al odio automático experimentado por un ser humano en relación a cualquier cosa y persona enmarcadas en la Comunidad Autónoma española de Cataluña. Homofobia o germanofobia son algunas de las fobias que han resonado en nuestras cabezas en este 2013 y podrían equipararse con la “catalanofobia” desde el punto de vista de la desinformación e ingenuidad de sus predicantes.

Pues bien, esta pequeña perla de la geografía española, Cataluña, ha suscitado a lo largo de su historia una serie de controversias, odio y envidias de mucha gente que la ha observado desde fuera. La política, los traumas del pasado no superados, la rivalidad futbolística y otros factores, han creado un sentimiento de odio “real” entre pueblos, que muchas de las veces la gente no tiene la capacidad de justificar. La cultura de Cataluña, su gente, su arquitectura y su geografía, realmente tienen algo especial que llama la atención de personas de cualquier parte del mundo y brilla irremediablemente por encima de lo demás. Pero los tópicos y los malos refranes de ciertos colectivos generalizados por el territorio español, se empeñan en destruir todo lo que destaca y reluce por encima de su entendimiento conservador obtuso.

En estos últimos años, e inmersos en el contexto de crisis europea, los políticos catalanes han avivado la llama del sentimiento independentista que pretende liberar a Cataluña y dotarla de personalidad propia que la distinga de todo lo demás y la lleve a abrir nuevos horizontes en Europa y el mundo, ensalzando su idioma, el catalán, como insignia diferenciadora y emblemática.

Pero, como el hijo que rompe con toda tradición familiar y busca dar pasos de gigante sin la aprobación de sus padres, Cataluña es castigada, juzgada, marcada y maltratada. Y si bien, la independencia es un tema más de ámbito político, su pueblo está sufriendo las malas palabras y miradas de las comunidades de su alrededor que intentan difundir que todo lo catalán es perjudicial para la salud.

Pero, ¿hasta dónde son ciertos o no algunos tópicos sobre los catalanes? ¿Qué culpa tienen los ciudadanos de las guerras políticas que enfrentan intereses más allá de lo personal y humano? ¿Deben ser los catalanes catalogados y puestos en el mismo saco de la radicalidad por culpa de cuatro fanáticos que se toman la ley por su mano?

Mel Domínguez, una joven exitosa videobloguera andaluza, lleva casi dos años viviendo en Barcelona, a donde se trasladó desde su tierra para encontrar oportunidades laborales. Por iniciativa propia, ha grabado un vídeo titulado A mí me hablas en español que está recorriendo la red y trata de desmontar los tópicos y las leyendas urbanas callejeras desde su propia experiencia acerca de los catalanes.

“Que si se niegan a hablar en Español, que si son tacaños, que si se quieren independizar y odian España, que si ponen todos los carteles en Catalán para que nadie los entienda...”

Mel, sin entrar en debates históricos, políticos ni intelectuales, nos hace ver mediante una parodia reflexiva, los comportamientos absurdos y de inercia que tienen solo raíz en nuestra cabeza injustificadamente.

Nos invita a dejarnos de tópicos, modas y mal humor, para experimentar por nosotros mismos y conocer las culturas del mundo, con su gente maravillosa y sorprendente que incluso nos va a ayudar y acoger en los momentos más difíciles de nuestra vida.

Y es que, con los tiempos que corren, deberíamos ser todos más tolerantes, estar más unidos y dejarnos de tanta fobia social sin sentido.

Ayer, los españoles celebraron un aniversario más de la proclamación de la Segunda República y el papel de la monarquía en el devenir del actual Estado democrático.

En la noche del domingo, mi viejo amigo y colega madrileño Sergio Velazco me llamó por teléfono a Moscú y lamentó que yo no estuviera junto a él en Madrid. Según él, el 14 de abril me perdí dos acontecimientos que se le grabaron en la memoria, al igual que a muchos habitantes de la capital. Se trataba de un acto dedicado al importante papel de la monarquía en el devenir de una España estable y democrática y de una multitudinaria manifestación de madrileños en homenaje al 82º aniversario del régimen republicano. Sobre sus columnas ondeaban banderas tricolores, símbolos de que la monarquía debe pasar a la historia, porque la Corona vive su peor momento. El hecho de que el número de participantes fuera de varios miles más que en años precedentes testimonia que esta idea es compartida ahora por más habitantes. Esto involuntariamente induce a pensar que la gente está influenciada de una manera evidente por los últimos acontecimientos. En particular, por el escándalo de corrupción relacionado con el yerno del monarca, Iñaki Urdangarín. No en vano la consigna principal de los manifestantes era “España mañana será republicana”. Uno de los manifestantes, el sindicalista Juan Sánchez, emitió la dudosa idea de que en España el último régimen legal era la república y, por eso, parte de la población exige la reinstauración del régimen republicano. Y que el dictador Franco casualmente escogió como su sucesor al actual rey.

En esta suposición, se hace una evidente alusión al marido de la hija del rey, Cristina, acusado de corrupción, y a los rumores que aparecieron en la prensa sobre una enorme fortuna financiera real que se guarda en los bancos de Suiza. Sin embargo, muchos políticos consideran que tales tendencias se deben a inculpaciones inventadas por parte de la población debido al desempleo, la carestía y, en definitiva, a la crisis que el país atraviesa. No en vano tras las invectivas contra la casa real se dejan oír demandas de nacionalizar los mayores bancos, otorgar trabajo a todos los españoles parados o cambiar la ley sobre los partidos nacionales. En una palabra, entre los que ven empeorar mucho su vida, surgen rumores de los más inverosímiles, detrás de los cuales no hay realidad alguna.

Como es natural, pocos españoles creen en semejantes infundios que aparecen casi a diario. Por esto, la mayor parte de la sociedad se levanta en defensa de Juan Carlos y su familia, que goza de respeto en todas las autonomías del país y en el exterior. Ayer mismo, paralelamente a la fiesta de los partidarios de la república, en Madrid se celebró un acto solemne organizado por los partidos políticos rectores que defienden el gobierno de hoy y que aprecian altamente la actividad de don Juan Carlos. No en vano, el vicesecretario del partido gobernante para cuestiones autonómicas, Javier Arenas, declaró ayer, entre ruidosos aplausos de la asistencia que la actividad del monarca no puede borrarse de la historia de la España pos-Franco. Todos los partidos políticos que pretenden hallar hoy defectos en la actividad del rey y de su familia, causan un daño irreparable a España que ya de por sí sufre una crisis. Y los rumores sobre quién sabe qué fortuna del monarca se guarda dizque en los bancos suizos no son sino un infundio de aquellos a los que no les gusta la actual dirección y la actividad del rey. De ahí su deseo de proponer a los españoles la opción entre la monarquía y la república, sin presentar propuestas concretas en economía y finanzas.

Tan solo los esfuerzos mancomunados de partidos de diverso credo, con la cooperación del rey y de otros eminentes líderes nacionales, son capaces de cambiar la actual situación en España y devolverle la envergadura de antes, acabar con el paro, la carestía y otras lacras. Muchos políticos y economistas de los países de la UE creen en estas iniciativas y auguran a España su rápido resurgimiento.