El precio aproximado será de entre uno y un millón y medio de dólares.

Los floreros abandonaron el país después de la revolución bolchevique de 1917 y fueron llevados a Alemania. Las circunstancias de su venta no están claras, sólo se conoce que ocurrió antes de la venta masiva de obras pictóricas y artesanales que formaban parte de los fondos del Museo Estatal del Hermitage. Entre 1929 y 1934 el Gobierno soviético que necesitó recursos para adquirir equipo técnico y construir fábricas, por lo que puso a la venta colecciones de museos.

A mediados de los años veinte del siglo pasado los floreros se pusieron a la venta por la Galería Bernheimer de Múnich y fueron adquiridos por el magnate petrolero Frank Buttram de EEUU. En aquella época viajaba con su esposa por Europa y describió en su diario la compra de “dos floreros rusos”. Eran guardados por la familia, pero recientemente los herederos del magnate han decidido vender las piezas.

Floreros de este tipo casi no se ven ya en el mercado, contó a La Voz de Rusia la coleccionista y propietaria de la galería de antigüedades Elena Zénina. Los floreros subastados son indudablemente una joya de la época del zar Nicolás I, denominada a menudo por los expertos como el Siglo de Oro de la porcelana rusa. Si no me equivoco, floreros semejantes de fondo azul y decoración dorada están expuestos en el Museo del Hermitage.

Este tipo de floreros se fabricaba exclusivamente para la familia real rusa y sus allegados. El proceso era muy complicado y sólo se ocupaban de él los mejores pintores sobre porcelana de la época. La autenticidad del par de floreros presentados por la Dallas Auction Gallery es confirmada por la encargada del Departamento de porcelana rusa del Museo Estatal del Hermitage, Ekaterina Jmelnítskaya.

Uno de los floreros es decorado con la copia del cuadro Concierto, perteneciente al pintor holandés Antonie Palamedes de la colección del Hermitage. En los archivos consta que el cuadro había sido enviado en 1882 a la planta imperial de porcelana, para ser reproducido sobre el florero. El autor es Simeón Gólov, uno de los mejores copistas de la época.

El cuadro reproducido en el segundo florero no puede ser identificado. De acuerdo con los expertos, se trata de una obra de algún pintor holandés del siglo XVII que se encontraba en un momento determinado en la colección del Hermitage. Lo más posible es que el original fuera vendido al extranjero a finales de los años veinte o principios de los años treintas. Se conoce que el autor de la copia es Vasily Mescheriakov, uno de los mejores copistas de la fábrica. Le pertenecen la decoración de muchos de los floreros expuestos en el Hermitage y otros museos del país.