El tiene el octavo dan y fue reconocido por los maestros nipones como continuador de la tradición de los samuráis. En Europa, igual que en Rusia, este tipo arrollador de arte de combate y de práctica espiritual, tiene miles de seguidores, una asociación y todo un sistema de clubes en muchas ciudades.
En nuestros días el arte de combate oriental está en moda. Pero la moda viene y se va, pero los grandes nombres y las verdades eternas se quedan. El maestro Alain Floquet, ciudadano de la República Francesa, fundó una escuela japonesa de esgrima y de combate cuerpo a cuerpo, basada en la orientación más vieja de este arte que cuenta ya con una historia de quinientos años. Hace diecinueve años la escuela del maestro llegó a Rusia.
Muchos se preguntaban: ¿a qué se debe el éxito internacional de esta escuela japonesa? El maestro Floquet no creó una secta, no una modalidad nueva del deporte, sino, más bien, rescató una orientación antigua del pensamiento. Se trata del arte de evolución espiritual, del control de las pasiones y de la trayectoria vital, en una palabra de todo lo que pudieron crear tan sólo los japoneses, creadores de jardines de piedras y vehementes partidarios de la conservación de las tradiciones seculares en nuestro tiempo desasosegado. El principio de la escuela es “El perezoso muere”. Es el camino tan sólo de quienes decidieron, a través de privaciones físicas, a través de la tensión de todo el cuerpo escalar los peldaños del espíritu.
Alain Floquet, al visitar la redacción de nuestra emisora, contó de las tradiciones del estilo aikibudo, tradiciones que él conserva.
Llamó la atención sobre el hecho de que haya podido progresar en esta disciplina asimilando la maestría de los instructores japoneses, tomando de ellos todos los secretos hasta que, con su bendición, pasó a ser “depositario” de estos conocimientos. Durante años enseñaba a sus pupilos en el centro policial del quinto distrito de París. En aikibudo el efecto se consigue gracias al manejo de su propio cuerpo. Lo principal es lograr el pleno control sobre el espíritu y sobre el cuerpo.
Un día un ruso se fue a París a aprender del Maestro, al suburbio parisino de Grigny, para conocer los misterios de aikibudo. Aun no sabía que esta escuela entraría con firmeza en nuestra realidad. Pasados veinte años aikubudo, que vino a Rusia en 1994, adquirió un gran peso en el sector de lucha de combate…
El 19 de abril falleció tras una enfermedad grave el ex defensa del equipo Dinamo de Moscú y el equipo nacional de hockey de la URSS, dos veces campeón olímpico Valeri Vasiliev.
El deportista tenía sesenta y tres años.
El equipo nacional de la URSS donde jugaba el deportista ganó dos olimpiadas y ocho campeonatos mundiales. El hockeísta participó en la famosa serie de partidos con el equipo de Canadá en 1972. Nueve años después fue ganador de la Copa de Canadá. Varias veces Vasiliev fue reconocido el mejor defensa de campeonatos mundiales, formaba parte de selecciones simbólicas. Jugó ciento diez y seis partidos en los juegos Olímpicos y campeonatos mundiales, metió diez y ocho arandelas.
En Madrid, historiadores rusos y españoles tomaron parte en una conferencia dedicada a la resistencia de Rusia y España en la lucha contra Napoleón.
Los dos países han resistido heroicamente contra las tropas de Napoleón para liberar a Europa. Los historiadores dedicaron gran atención al papel de la guerrilla de los dos países durante la invasión francesa. La rusa Vera Bokova resaltó que el movimiento guerrillero en España fue un ejemplo para Rusia durante la liberación nacional en 1812. Itar TASS
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Tatiana Zaviálova
En esta muestra, dedicada al bicentenario de la victoria de Rusia en la guerra contra la Francia napoleónica, participaron once museos y organizaciones artísticas, así como coleccionistas privados.
Banderas y estandartes, armas y uniformes, órdenes, medallas, y claro está, magníficos lienzos de batallas guían al visitante de batalla en batalla por las “guerra moscovita-parisina de 1812-1815”. La exposición reúne los retratos de todos los protagonistas de aquella contienda: Michael Andreas Barclay de Tolly fue el primer comandante del ejército ruso; el príncipe Bagratión, también comandante, quien fuera mortalmente herido en la batalla de Borodinó, en la que se decidía el destino de Moscú; el mariscal de campo Kutuzov, quien venció a Napoleón y expulsó sus tropas de Rusia. Y, por supuesto, dos emperadores: “el conquistador de Europa”, Napoleón, y el zar ruso Alexander I, liberador de Europa.
La exposición también incluyó antiguos mapas y grabados, que ilustran cómo transcurrieron las acciones bélicas en Rusia. Napoleón contaba con una rápida victoria. El ejército ruso era pequeño, mientras las huestes francesas contaban con casi seiscientos mil unidades, el ruso llegaba apenas a las ciento ochenta mil, con pocas victorias a sus espaldas. Además, Napoleón desarrolló en Europa una estrategia exitosa: le imponía al enemigo una batalla definitiva, y tras vencerle, a su oponente no le quedaba más remedio que tornarse en su aliado o capitular. En Rusia Napoleón tuvo que esperar por esa batalla prácticamente tres meses. El ejército ruso retrocedía lentamente, combatiendo. La batalla definitiva tuvo lugar en las inmediaciones del poblado Borodinó, cien kilómetros al oeste de Moscú. Sobre el significado que tuvo esta batalla, la más sangrienta del siglo XIX, nos relata Guennadi Gotóvtzev, miembro de la Unión de descendientes de los participantes de la batalla de Borodinó:
—Esta batalla quedó en la memoria hasta de Napoleón, - acertó el escritor. – Durante su destierro en la isla de Santa Elena, él dijo que los franceses merecieron la victoria, pero los rusos se ganaron la fama de ser invencibles. Es más, cuentan que cuando las tropas de Napoleón capturaban prisioneros con la Cruz de San Jorge, y cuando les preguntaban cómo la habían ganado, respondían “Por la batalla de Borodinó, Napoleón los dejaba libres. Los franceses se atribuían a sí esa victoria, ya que ellos entraron en Moscú.
Más pronto tuvieron que abandonar la capital rusa sin glorias. Según Andrei Buróvski, “la campaña rusa no se desarrolló según los esquemas habituales para Napoleón”:
—Napoleón tenía un plan muy claro de su guerra con Rusia, un plan preparado minuciosamente. Pero para él resultó sorpresivo el hecho de que el avance de sus tropas resultó mucho más lento que lo planificado. Y al entrar en Moscú, no obtuvo nada. Eso fue un fiasco total, porque en todas las ciudades europeas siempre quedaba al menos un grupito de personas que le ofrecían las llaves de la ciudad. Pero Napoleón entró en una ciudad totalmente vacía. Y eso no estaba planificado por nadie.
Napoleón no solo no recibió las llaves de la ciudad, sino tampoco ofertas de paz. El ejército francés tuvo que abandonar Moscú (cuentan que los soldados se comieron a todos los cuervos, a falta de alimento) y se dirigió al sur, dinamitando el Kremlin y el monasterio de Novodevichi. Fuerzas superiores conservaron la ciudad: los franceses se retiraban bajo una lluvia torrencial y las mechas se apagaron.
Resulta simbólico el hecho de que la exposición “Inolvidable época...”, haya sido dispuesta en el Manezh, la sala expositiva central de la capital, en las inmediaciones del Kremlin. Este edificio fue construído para celebrar el quinto aniversario de la victoria sobre los franceses, en 1817. El célebre ingeniero Agustín Betancourt diseñó una sala cubierta única, que permitía desfilar a todo un regimiento. El diseño arquitectónico del Manezh se debe a Osip Bove, quien durante la Guerra Patria de 1812 integró las milicias, como tantos compatriotas.
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