Los españoles están ya acostumbrados a que su país que antes  se desarrollaba con acierto es calificado hoy en casa y afuera  de un Estado atrasado y sumido en una honda crisis. Los expertos no se cansan de recordar que en el país cae la economía y crece la carestía, que en un tiempo corto el número de parados  creció al 26 %, récord de la UE. Es cierto que el presidente del gobierno Mariano Rajoy hasta la fecha ve estos infortunios con bastante optimismo, considerando que la nación puede librarse de la mayoría de ellos, si no al año siguiente, al menos en 2015. Es verdad que en la última quincena se ve obligado a hablar de un mal inesperado, según él: la corrupción. Con la circunstancia de que las sumas de medios públicos apropiadas por altos funcionarios pasan de decenas de millones de euros. Tan solo Luis Bárcenas, personaje cercano al jefe del gabinete, es acusado de retirar de bancos veintidós millones de euros. En vano los miembros del Ejecutivo pretenden inculcar a sus compatriotas la idea de que dichos datos no son sino una invención de los rivales políticos, los socialistas en primer lugar.  Como si se olvidaran de que Bárcenas  confesó haber retirado de cuentas bancarias extranjeras cuantiosas sumas. Como él afirma, en bien del Estado y por orden de  personajes muy altos. Pocos le dan crédito. No en vano tras la publicación de estas revelaciones, en Madrid se llevó a cabo una manifestación de protesta.  Sin embargo, Rajoy que de entrada negaba en absoluto este hecho, ahora declara lo siguiente. Es poco probable que su gobierno haya guardado   medios en bancos de Zúrich y en lo que se refiere al propio Bárcena, el ex tesorero del partido no podía hacerlo porque hace tiempo fue destituido de este cargo.  Una declaración harto extraña ya que a este personaje se lo ve a menudo en la sede del PP, donde cuenta  con un amplio despacho, en el que recibe visitantes. Y el propio Rajoy, al enterarse de que la prensa de Madrid quiere acusarle de apropiación de dinero, se apresuró a publicar datos sobre sus ingresos en los últimos siete años. Estos hechos son controlados por  especialistas experimentados y el propio jefe del gabinete  declaró en el Congreso que se callen los que dicen que “no estoy dispuesto a que digan que no queremos acabar con la corrupción “. Y se abalanzó sobre Alfredo Pérez Rubalcaba, quien exhorta a desenmascarar a los políticos que meten la mano en las arcas públicas. El líder socialista no tardó en responderle, diciendo que el presidente del gobierno no podrá acabar con la crisis porque la política que él practica contribuye a la misma.

El líder del partido socialista tiene razón. El escándalo financiero repercute sensiblemente en  la vida diaria de España, tapando en ocasiones otros problemas agudos. No en vano en Cataluña, Andalucía y en otras autonomías los socialistas se preparan ya para realizar el 28 de febrero  pujantes manifestaciones  que se proponen respaldar los principales sindicatos del país bajo la consigna “contra las políticas de Rajoy”. Es bien posible que en estas protestas callejeras  no participen los partidarios del PP que en su tiempo votaron por Rajoy. No obstante, en opinión de los expertos locales,  la actual situación del país les constreñirá a evaluar correctamente el real estado de cosas en el país y en cada región. Quién sabe, puede que este febrero marque cambios positivos  en la vida y en el estado de ánimo de muchos españoles, independientemente de por cuál de los partidos hayan votado en las últimas elecciones parlamentarias hace un año y medio.