Las integrantes del grupo fueron condenadas a prisión por interpretar la llamada “oración punk”. Las responsables de la fechoría se dedicaron a elucubrar acciones con los abogados, dirigidas a obtener las mayores ganancias posibles a partir del escándalo.
La oración punk fue organizada en el lugar (en el mismo centro de Moscú) y en el momento precisos: febrero de 2012, en vísperas de las elecciones presidenciales. En Moscú y una serie de otras ciudades se desarrollaban protestas, los medios de prensa internacionales se referían a acciones sociales sin precedentes, incluso los líderes de la oposición, olvidando sus contradicciones anteriores, exhortaban a acciones concretas desde una tribuna común. Solamente faltaba el símbolo de la protesta en sí, para tener el cuadro completo. En eso se convierte la extravagancia de las Pussy Riot en el Templo del Cristo Salvador. El video de la actuación fue colgado en Internet y tres semanas después fue arrestado el trío de activistas del grupo. Durante el proceso de investigación que duró algunos meses, por decisión del tribunal se mantuvo bajo arresto a las autoras del escándalo. Según la opinión de la mayoría de los juristas, tal medida represiva está en completa correspondencia con la acusación de gamberrismo presentada. Sin embargo, hay quienes aseguran que la medida represiva elegida es demasiado severa y sobredimensionada respecto a la magnitud de la ofensa. El director del Centro de Arte Contemporáneo, Marat Guelman, nos comenta:
—Nadie dice que hay que aplaudirlas. Pero si las hubiesen multado o arrestado por quince días, entonces podríamos volver a evaluar el hecho en sí mismo. Ahora lo que se discute es si Rusia es un chariat ortodoxo o no. Si Ud. se fija en la prensa occidental, que no entiende nada de templos ortodoxos, simplemente escriben que las muchachitas cantaban una canción contra Putin y que las encarcelaron por eso.
Mientras se desarrollaba el proceso, determinados representantes de la cultura de masas, rusos y extranjeros, redactaron llamamientos y organizaron conciertos en defensa de las chicas (se destacaron Sting y Madonna). El grupo Pussy Riot, desconocido hasta ese momento, casi instantáneamente se tornó famoso, sin siquiera vender un disco. La sentencia: dos años en un prisión a causa de gamberrismo por motivos de odio religioso. Así las rockeras punk se convierten en el tema principal de la mayoría de los medios de prensa. Reconocidos sovietólogos amenazan con serias consecuencias políticas.
Más adelante sigue la farsa. La gloria del dudoso proyecto comienza a hacer dinero. La furiosa defensora de Pussy Riot, Madonna, comienza a vender en Internet camisetas con el logotipo del grupo. Una de las compañías promotoras les propuso a las participantes una gira y un contrato por seiscientos millones de euros cuando salgan en libertad. El politólogo Aleksei Mujin está convencido de que tal desarrollo de los acontecimientos es totalmente válido:
—El hecho de que Pussy Riot es un proyecto comercial se tornó evidente bastante rápido. Sobre todo cuando, tras el olor del dinero, se abalanzó Madonna, la cual hace bien poco por simple amor al arte. Ellas estaban condenadas a la comercialización. Su potencial de apoyo era bastante grande. Como se sabe, la máquina no funciona sin combustible, hay que pagarlo. Los medios invertidos en ello, incuestionablemente, exigen retribución.
También los abogados de las chicas dieron pruebas de actividad comercial: ya en la primavera fue entregada, a nombre de uno de ellos, la solicitud de registro de marca comercial con el nombre del grupo. Uno de los ex abogados del grupo, Mark Feygin asegura estar justificado:
—Nos dedicamos a esto solo con el objetivo de defender sus derechos ante cualquier clase de abuso. La forma de defensa, es la adecuada en este momento. Cuan abarcadora sería la marca comercial para la producción de artículos poco nos preocupaba. La solicitud del registro no fue un secreto. Fue un encargo por escrito de las tres chicas: Katia, Nadia y Masha. Por ello, cuando la marca adquirió valor comercial, comenzaron a juzgar esto de otra manera.
Es curioso que el abogado intentara registrar la marca comercial en la compañía de su esposa, la cual, a su vez, aparece como productora del documental sobre la oración punk. El registro de la marca comercial fue denegado. Sin embargo, la película está casi terminada y el próximo 17 de enero se exhibirá en el mayor festival de cine independiente Sundance.
El escandaloso proceso derivó al final hacia un conflicto banal de los accionistas, o hacia un espectáculo en el que los papeles, a juzgar por las declaraciones y actitudes de los protagonistas, estuvieron mal repartidos. Si durante el proceso judicial las chicas expresaban las motivaciones políticas de su conducta, después de dictada la sentencia Ekaterina Samutsevich ya decía que la oración punk se refería más que todo al arte, a los derechos de las feministas y de los representantes de la comunidad gay. Para un activista social, hablando moderadamente, tal lapsus oral, es imperdonable. De esta manera lo ironiza en su blog el escritor y opositor, con tiempo carcelario servido, Eduard Limónov. En la entrevista a La Voz de Rusia nos explicó porque reprueba tanto la acción en sí misma, como a la opinión pública que la apoyó:
—No veo razones por las cuales pudieran ser exoneradas. Las declaraciones políticas no se hacen en los templos. Así sea una mezquita musulmana, una iglesia cristiana; esos no son lugares para tales extravagancias. Hace ya dieciocho años que llevo a cabo una lucha política. Pero ni a mí ni a mis correligionarios nunca nos pasaría por la cabeza tal método de promover nuestros puntos de vista políticos como armar un aquelarre en un templo. Yo considero que sí hay tabúes: a los niños no se les puede golpear por la cabeza; no se puede usar el templo como un servicio sanitario. Es más, alrededor de todo este asunto apareció una enorme cantidad de “trapos sucios”. Unos abogados ciertamente turbios tratando de vender marcas comerciales de Pussy Riot.
El escándalo con los abogados no solo está relacionado con la marca comercial. Ekaterina Samutsévich, a la cual el plazo real le fue conmutado a condicional, exige a sus anteriores defensores la devolución de las llaves de su apartamento, el pasaporte y otros documentos. La activista de Pussy Riot en una entrevista a La Voz de Rusia reconoció, hablando moderadamente, estar perpleja por tal conducta de los abogados, en los que confió:
—A mí me hace falta el pasaporte viejo, a pesar de que me hicieron uno nuevo, el viejo puede utilizarse con diferentes objetivos. Ellos hicieron pública mi correspondencia personal, se expresaron groseramente respecto a mí, respecto a mi abogado, esto es como mínimo, incorrecto. Los abogados no deben comportarse así. Pero para mí ahora lo importante es obtener los documentos.
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