Un comité especial controla el cumplimiento por todos los países de los compromisos, asumidos ante el Consejo de Europa. Para Rusia la PACE quiere hacer una excepción.

En la agenda de las actuales sesiones de la PACE figura un informe sinóptico sobre el cumplimiento por Rusia de sus compromisos asumidos ante el Consejo de Europa. Tales informes se escuchan sobre los cuarenta y siete miembros de la organización cada dos años. Sin embargo, respecto a Rusia también se planteó la cuestión de quién observará su cumplimiento. Varias delegaciones de la PACE proponen elevar el monitoreo de Rusia del pertinente comité al Comité de Ministros. Es decir al órgano estatutario.

La delegación rusa se opone tajantemente a tal propuesta. En la delegación se apuntó que esta última fue hecha en ausencia de representantes de Rusia. Esto en mucho explica la ausencia en Estrasburgo del presidente de la Duma de Estado. Serguei Naryshkin se negó a hablar de los problemas del desarrollo del parlamentarismo en Europa, ya que el proyecto de transferir las funciones de monitoreo no fue concordado de antemano con Rusia. La postura rusa al respecto ha tenido referencias positivas entre parlamentarios, dijo la víspera a nuestra radio Svetlana Zhúrova, subjefa de la delegación del Consejo de la Federación.

—Es una bomba de acción retardada, como dijeron representantes de Azerbayán. Esto, sin duda, hará comprender que tal cosa pueda aplicarse también a otros países. Nadie puede explicar por qué se inicia por Rusia. Y nosotros decimos que es una mala práctica para el Consejo de Europa. Tanto menos admisible para la Asamblea Parlamentaria. La propuesta se discute un día antes de la aprobación del informe principal. Debía debatirse con antelación, al menos tres meses antes, para introducir algunas enmiendas y no aprobarlo espontáneamente.

Los diputados de la PACE deberán votar dos veces sobre Rusia. Primero votarán la resolución sobre el monitoreo de los compromisos y luego la recomendación de pasar el monitoreo de Rusia al Comité de Ministros del Consejo de Europa. Para aprobar las iniciativas se necesita mayoría simple de votos.

La delegación rusa no secundará el proyecto de recomendaciones al Comité de Ministros del Consejo de Europa para la colaboración con Rusia. Como comunicó el jefe de la delegación rusa y presidente de la comisión de asuntos internacionales de la Duma de Estado Alexei Pushkov, el proyecto no conviene a la delegación rusa.

Pero sus intereses son a menudo opuestos. Y no auguran, ni mucho menos, una existencia tranquila al Estado georgiano. Tal punto de vista emitió a nuestra radio Yana Amélina, experta del Instituto de Investigaciones Estratégicas de Rusia.

—Ellos tienen intereses y propósitos diferentes, incluso contrarios, respecto a Georgia. El papel de EEUU en la subida del señor Saakashvili al poder es indiscutible. No hay pruebas directas de que EEUU desempeñara un papel de peso en la decisión de desencadenar la guerra de 2008, que condujo a graves pérdidas de esta agresión de Saakashvili contra la población civil y los cascos azules rusos, y a la pérdida definitiva por Georgia de Osetia del Sur y Abjasia. Todo esto no fue calculado ni por EEUU ni por el propio Saakashvili.

Cabe señalar que Tbilisi rompió las relaciones diplomáticas con Moscú. El director de la revista “Rusia en la política global” Fiódor Lukiánov considera que Georgia se ha convertido en un país en el que se encuentra el “nervio” del avance occidental hacia el Oriente y de la reacción de Rusia a este avance.

—En mucho esto es irracional. Porque es posible hablar de los intereses estratégicos de EEUU y de Rusia en el Cáucaso. Son opuestos. Pero, en general, incluso en este sentido Georgia no es el país principal. Si bien la política del presidente Saakashvili simboliza la ruptura con todo lo ruso.

En esencia, todos están interesados en la estabilidad del Estado georgiano. Rusia que tomó bajo su amparo a los pueblos de Abjasia y Osetia del Sur y no desea que se repita una recaída del conflicto de 2008. Europa, Turquía y los países de Transcaucasia para los que el territorio de Georgia puede devenir una zona de tránsito, en particular en el transporte de gas. Y, por cierto, EEUU que ven este país como plaza de armas para promover sus intereses en esta zona. Pero precisamente aquí puede acechar a Tbilisi el principal peligro, señala nuestro experto, especialista en problemas de la región del Caspio y del Mar Negro Vladímir Zajárov. Él resalta que está en el umbral una catástrofe si Occidente desencadena hostilidades contra Irán. Georgia toma parte activa en esto . Los aeródromos georgianos están preparados ya. Alli desde hace tiempo se encuentran aviones estadounidenses.

Pero, paradójicamente, la pérdida del poder por Saakashvili, cuyo mandato expira en 2013, no será una tragedia para EEUU y Europa. Este desde hace mucho tiene la reputación de un político incontrolable y no adecuado.

Muchos analistas explican la derrota de Saakashvili por la recesión económica y el sentimiento de indefensión que abriga el ciudadano de la calle ante las arbitrariedades del poder. Sin embargo un factor no menos importante resultó ser el sentimiento de la dignidad nacional atropellada de los georgianos.

El titular de la Unión de Georgianos de Rusia, Mijaíl Jobutia, refiriéndose a los resultados de los comicios expresó: “Nuestro pueblo no está dispuesto a resignarse a recibir órdenes y a la humillación. La norteamericanización artificial de Georgia y el intento de romper nuestros lazos multiseculares con Rusia son antinaturales. Es lo que expresaron también nuestros compatriotas a todo el mundo”.

El titular de la diáspora georgiana subrayó además que, la administración de Saakashvili mostró desprecio hacia los compatriotas que viven fuera de Georgia. Todos los intentos de intercambio cultural y de cooperación en las esferas no políticas chocaban contra un muro. Por ejemplo, el vicepresidente de la Unión de Georgianos de Rusia, profesor Vissarion Jvinteliani fue juzgado y condenado en Georgia por motivos políticos.

La pérdida de Abjasia y Osetia del Sur debe ser considerado como el resultado principal de la gestión de Saakashvili. Aunque se considerase que su objetivo genuino era el fortalecimiento de Georgia y la garantía de su integridad territorial, su política llevó al resultado contrario. “Aunque resulte paradójico pero, la mayoría opinaba que Saakashvili era mejor porque es predecible. Por otra parte, las relaciones con Moscú son a tal grado malas que existe la garantía plena que nunca se mejorarán con él”.

Así comentaba el politólogo Inal Hashig, director del periódico de Abjasia “Cheguemskaya Pravda”l a declaración del líder de la coalición vencedora Sueño Georgiano, Bidzin Ivanishvili sobre la necesidad de la reconciliación con los pueblos de Abjasia y de Osetia del Sur.

En otras palabras, la permanencia de Saakashvili en la presidencia de Georgia garantizaba el congelamiento de la situación. Nadie se proponía tomar en serio el problema de los trescientos mil georgianos refugiados de Abjasia, de la que una parte considerable se asentó en Rusia. Nadie planeaba tampoco conversaciones sobre el estatus de Osetia del Sur y de Abjasia.

Es comprensible también la inquietud de Abjasia ante los resultados de los comicios en Georgia. En Moscú no complace tampoco a todos la situación, por la que la proclamada república independiente vive a costa del presupuesto ruso y muestra además tendencias separatistas y no siempre toma en cuenta los intereses rusos.

Rusia está interesada en la organización de la vida de los más de cien mil georgianos expulsados violentamente de Abjasia en 1993. La mayoría de ellos no ha recibido ciudadanía rusa, a causa de su derecho inmutable a retornar a Sujumi y a las regiones contiguas. Estas personas, encontrándose como refugiados de un Estado extranjero, a la espera del regreso, están en una situación muy complicada. Ello con todos los problemas interculturales que se derivan, y que preocupan a los habitantes de la capital rusa y de otras grandes ciudades.

Los problemas del Cáucaso no se resolverán en un santiamén tras la partida de Saakashvili. Sin embargo, será posible hablar de las lecciones para toda la región: es imposible el desplazamiento de Rusia del Cáucaso debido a su estatus geopolítico. Otra, la solución militar de los problemas maduros puede conducir a resultados indeseables.

Estos temas abordó el titular de Exteriores de Rusia Serguei Lavrov, en entrevista para el periódico Kommersant. La Voz de Rusia pidió a politólogos su opinión sobre las declaraciones del ministro.

La entrevista de Serguei Lavrov siguió a su discurso pronunciado en la Asamblea General de la ONU. Y de ahí que los temas centrales se cruzaran con las tesis expuestas allí. A saber, la relaciones con Washington y la visión de Moscú sobre los cambios geopolíticos que tienen lugar. Lavrov volvió a señalar que, Moscú no permitirá la intromisión externa en los asuntos internos del país. Este postulado está consignado en la carta de la ONU. Sin embargo, es pisoteado flagrantemente por algunos protagonistas internacionales, fundamentalmente, en el Oriente Próximo.

Empero, la mayor parte de la entrevista tuvo que ver con las relaciones ruso-estadounidenses. Serguei Lavrov constató con satisfacción que, la política del “reinicio” de las relaciones demostró su vigencia. Pues, fue firmado el Tratado de Desarme Nuclear, Rusia ingresó en la Organización Mundial de Comercio, (OMC), cambió hacia su liberación el régimen de visados. Pero, el “reinicio” no puede continuar eternamente. Es necesario pasar a una nueva etapa. Y aquí surge el problema de la discriminación de Rusia en ciertas instancias norteamericanas. Y uno de los factores que causan molestia es la “Ley Magnitski”. En la cartera de Exteriores de Rusia consideran que su aprobación es irreversible. Pero, no es posible desarrollar la cooperación y aplicar al mismo tiempo sanciones contra Rusia, advirtió Lavrov. El politólogo Vilen Ivanov opina al respecto:

–Nuestra postura consiste en que, si EEUU pone en práctica la idea de la igualdad de derechos, de la cooperación, siempre estamos dispuestos a apoyarla. Pero, no podemos conciliar con esta ley, debido a que ella entraña la intromisión flagrante en nuestros asuntos internos. Naturalmente que su realización va a generar medidas de respuesta de nuestra parte, lo que objetivamente va a significar un deterioro de la relaciones ruso-estadounidenses.

Serguei Lavrov reiteró que, “Rusia está interesado en la más pronta aclaración de las circunstancias del caso de Serguei Magnitski”. Pero las acciones y las acusaciones unilaterales son inadmisibles. El ministro explicó detalladamente las razones de la prohibición de las laboresde la Agencia norteamericana para el desarrollo internacional USAID en Rusia. La decisión de Moscú desató un escándalo en la prensa, en cambio Washington, según expresó el titular, lo comprendió. Es más, Moscú no rechaza del todo la colaboración con USAID, la que puede seguir ayudando a los socios rusos en proyectos humanitarios, programas sociales, en la solución de problemas de la salud y de apoyo a minusválidos. Pero, es necesario trabajar de conformidad con la Ley “Sobre organizaciones no gubernamentales”, como lo hacen agencias y fundaciones análogas de otros países. Esto puede ser considerado una atenuación de la postura de Moscú, señala Evguenia Voiko, experta en política internacional del Centro de coyuntura política de Rusia:

–Esto significa, en cierto sentido, el intento de suavizar la situación. No excluyo que se deba, en buena medida, a la búsqueda de las formulaciones necesarias para enmarcar este problema. Además que ya se resolvió la situación en torno a USAID.

Serguei Lavrov comentó en términos duros la política de Occidente en el Oriente Próximo y en el Norte de África. El apoyo de EEUU y de Europa a las fuerzas opositoras en países de la región conduce a la desestabilización y al caos. Así ocurrió en Libia, donde simplemente no hay un gobierno central; así ocurre también en Malí. Occidente “sembró vientos y cosecha tempestades”, considera el ministro Lavrov. La misión de Rusia en tal situación es la de frenar la tormenta, como sucede en Siria, donde Moscú se empeña en detener el baño de sangre y sentar las partes enfrentadas a la mesa de las negociaciones.