La Agencia Federal de Supervisión en materia de Agricultura de Rusia (Rosseljoznadzor) decidió introducir nuevas restricciones, pero todavía tiene esperanzas de concertar un diálogo constructivo con sus socios europeos.
Los escándalos en torno a los suministros a Rusia de carne u otros productos de baja calidad provenientes de Europa ocurren con frecuencia. Hoy en día, permanecen vivos los recuerdos sobre el llamado “escándalo dioxina” que tuvo lugar el año pasado, cuando Moscú prohibió importar carne de Alemania contaminado con dioxina, o sea, una sustancia tóxica con efectos retardados. Las dioxinas alteran funciones del hígado y riñones y se metabolizan muy lentamente en el organismo, durante decenas de años. Posteriormente, se reveló la dioxina en los productos provenientes de Bélgica e Irlanda.
Rusia prohibió en reiteradas ocasiones la importación de pescado de Noruega y los países del Báltico. Pero en ninguno de los casos anunciados, los organismos competentes de la UE ni los servicios veterinarios nacionales informaron a Rusia sobre el riesgo de la importación de los productos alimenticios de baja calidad.
Últimamente, la situación no ha experimentado cambios considerables. Varios socios europeos de Rusia consideran que el mercado es capaz de tragar literalmente todo. Según el jefe de Rosseljoznadzor, Serguei Dankvert, se continúa descubriendo casos del “uso de los productos provenientes de los terceros países en los prefabricados de la ganadería suministrados a Rusia por los fabricantes europeos, así como del suministro de carne por las empresas europeas no autorizadas para exportarlo a la Unión Aduanera”.
Así las cosas, los consumidores rusos se ven obligados a comprar gato por liebre, como se dice el refrán.
Es necesario aplicar medidas de carácter sistémico para resolver este problema, destaca el portavoz de Rosseljoznadzor, Alexei Alexeenko:
—Nuestros socios europeos creen que, desde el momento de nuestra adhesión a la Organización Mundial de Comercio (OMC), Rusia está desprotegida ante los productos que nos suministran. Quisieran que compraramos todo. Es evidentemente inadmisible. Disponemos de la ley que protege los derechos del consumidor y tenemos que cumplir sus normas. No solo se trata de la seguridad de los productos alimenticios, sino también de la seguridad biológica del país. La única posibilidad de aplicar un enfoque sistémico en la realización de este trabajo es continuar el proceso negociador y elaborar una serie de acuerdos de cumplimiento obligatorio por nuestros socios.
Serguei Dankvert señala que los especialistas rusos han revelado en reiteradas ocasiones que los productos europeos contienen lcarne de ave proveniente de Tailandia. Hubo casos de suministro de los productos embutidos en cubiertas fabricadas en Pakistán e Irán. Por su lado, los organismos europeos exigen que toda la historia de fabricación de los productos suministrados por Rusia sea transparente, Pero estas exigencias son hipotéticas, porque hasta hoy en día, Rusia no ha suministrado sus productos cárnicos a la UE. Es posible que esto se deba a la política de protección de los fabricantes europeos que se aplica en la UE. ¡Y esto pasa en la época de la OMC! El mercado europeo de productos alimenticios, de hecho, está cerrado para los terceros países. En esta coyuntura, los productos fabricados en Europa que se suministran en el marco de la OMC no corresponden con frecuencia a los requisitos europeos, opina el presidente del grupo mediático Krestiánskiye vedomosti, Ígor Abakúmov:
—Además, en Rusia no hay una cultura de consumo de los productos cárnicos, como en Europa o EEUU. En su mayoría, los ciudadanos rusos no pueden distinguir entre los productos de buena y mala calidad. Ante todo, se debe observar las normas. La carne no debe ser congelada sino solo refrigerada. Y es imposible importar tal carne de Europa o EEUU. Y para que Rusia sea capaz de vender solo la carne de fabricación propia es necesaria una especial política federal que no se ha elaborado todavía.
Está claro que Moscú cada vez tendrá más preguntas hacia la UE que, por su lado, ejercerá más presión sobre Rusia. Rosseljoznadzor pidió en reiteradas ocasiones a sus colegas europeos que le presentasen una lista detallada de las empresas que suministran productos alimenticios a Rusia y que excluyeran de esta lista a los que infringen las normas. Pero esto no se cumple. Las consultas entre los especialistas rusos y europeos que se celebran con frecuencia terminan sin resultados, a pesar de las declaraciones de los funcionarios europeos sobre la aplicación de las medidas necesarias.
La semana pasada, en Bruselas tuvieron lugar nuevas negociaciones entre los representantes de Rosseljoznadzor, el Directorado General para la Salud Pública y Protección de los Derechos del Consumidor y el Directorado General para el Comercio de la UE. Desafortundamente, las partes no lograron encontrar una fórmula de compromiso. Sin embargo, Moscú espera que más tarde o más temprano esto se haga realidad. Parece lógico que los países europeos que pretenden que les consideren como civilizados hagan negocios de manera civilizada.
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