Así lo revelan los resultados de un sondeo de opinión efectuado por la agencia especializada Romir. En tanto, expertos consideran que no existen premisas objetivas ni tampoco indicios de que se avecine una crisis. En los ánimos de las personas influye el torrente informativo negativo que llega desde Europa y de EEUU, y la situación no muy boyante de la economía nacional.
Según los datos de Romir, el 56 % de los rusos considera que llegará una segunda ola de la crisis en Rusia, y solo el 13 % de los encuestados tiene una opinión diametralmente opuesta. No obstante el pesimismo imperante, disminuye el número de los rusos que temen la crisis.
Hemos solicitado a expertos que expliquen si existen en el país condiciones para una nueva crisis, y que nombren algunos indicios de las turbulencias económicas que se aproximan. La mayoría de los consultados no ven razones para inquietarse. He aquí lo expresado por Dmitri Sorokin, subdirector del Instituto de Economía de la Academia de Ciencias de Rusia:
—En perspectiva, no hay causas internas para otra fase aguda de crisis en nuestro país. Son posibles los denominados choques, o impactos externos que pueden influir en nosotros. Esto ocurre por nuestra dependencia a las exportaciones de materias primas. Pero, hoy en día, en nuestro país existen recursos financieros. Me refiero a los fondos de reserva que nos permiten enfrentar sin grandes problemas una segunda ola de la crisis.
Actualmente, la caída de precios de los hidrocarburos es la principal amenaza para la economía rusa. Este hecho es reconocido tanto por los burócratas como por economistas independientes. Las noticias no muy buenas que llegan de la eurozona, donde la dilatada crisis de deuda amenaza en convertirse en una crisis económica, obligan a reflexionar sobre las posibilidades de que el precio del barril de crudo conserve los actuales índices elevados. Sobre el particular opina Mijaíl Remizov, presidente del Instituto de estrategia nacional:
—Las personas que siguen de cerca la política y la economía están acostumbrados a las malas noticias vinculadas a los problemas de la interminable renegociación de las deudas de los países que crecen como la bola de nieve, y a que la crisi pasen de un país a otro, incluso a países considerados no hace mucho estables.
Una parte de los analistas considera que, en el mundo no están las cosas tan malas como parecen. Dmitri Sorokin apunta que, ni agencias analíticas de renombre ni institutos académicos prevén la repetición del colapso ocurrido en los años 2008, 2009. Los expertos nombran como indicio seguro de la cercanía de la crisis el crecimiento brusco de las tasas de interés de los créditos. Pero, a excepción de algunos países, eso no ocurre.
La coyuntura política externa no es favorable tampoco para Rusia. Valeri Mironov, subdirector de la fundación “Centro de desarrollo”, de la Escuela Superior de Economía indicaba que, la sucesión de conflictos en Oriente Próximo mantendrá el precio del barril, aunque comience a decrecer la demanda mundial del “oro negro”:
—Todos entienden que las relaciones entre Irán y EEUU son muy tensas y esta colisión influye en los precios del petróleo. Además, la situación en Siria sigue agravándose. Si la tensión en Oriente Próximo se mantiene durante el año, el precio del petróleo aumentará. Aunque cualquier crisis mundial conduce a la disminución de la demanda de crudo, el denominado factor militar puede añadir al precio de entre diez a veinte dólares más.
No hay que olvidar que, la persona corriente interpreta el concepto crisis de una forma muy diferente al de un economista profesional. La mayoría de los participantes en el sondeo efectuado por Romir ven las manifestaciones de la crisis en el alza de precios y en la disminución del nivel de vida. Los economistas proponen entender por crisis la caída de la economía, o sea, la reducción del PIB. Pero, los medios de difusión, y los expertos mismos incluso confunden la opinión pública al definir por crisis procesos muy distintos. Mijaíl Remizov lo explica así:
—En la sociedad actual se considera crisis la falta de crecimiento económico estable. La economía global se encuentra actualmente en la fase de estancamiento o a la baja, lo que de momento es compensado a costa del crecimiento de China y de algunos países en desarrollo. Pero, no hay razones para el optimismo.
Algo parecido se observa en Rusia. La economía nacional crece, pero, como apunta Valeri Mironov, dicho crecimiento es demasiado lento. Y lo que es peor, amenaza con pasar a la recesión, de no ser aplicadas reformas económicas estructurales.
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