Autor: Ígor Kudrin
La temporada de vacaciones masivas en agosto ha cambiado por la continuación del trabajo frente al miedo de despido. Igor Kudrin desarrolla el tema.
Por cierto que por las carreteras por las que en esta temporada los madrileños se dirigen tradicionalmente al mar o a las montañas también transitan coches. Pero no en tal cantidad como hace algunos años, leí en el SMS de José Luis, mi amigo y ex vecino en el barrio capitalino Pinar de Chamartín. El no explica las causas a sabiendas de que sigo a diario la vida de su país. También en estos momentos ante mis ojos está el titular de El País: ”Los españoles tomamos vacaciones, pero menos”. Ahora bien, ¿por qué muchos quedan en las ciudades sofocantes, olvidándose del descanso necesario después de un largo trabajo o estudio? Para despejar este enigma, baste con ojear la misma prensa madrileña.
A través de ella uno se entera de que los empleados de ministerios, empresas y organizaciones cansados por su trabajo durante el año, olvidándose de las playas y el frescor forestal, se ven obligados a quedar en sus puestos de trabajo. A la vez se olvidan las fiestas populares tradicionales. Debido a las dificultades financieras por doquier ha disminuido visiblemente el número de empleados, pero por delante les esperan nuevos e inminentes despidos. La gente ni piensa en bailar o cantar. Sea suficiente leer las últimas declaraciones del presidente del Gobierno Mariano Rajoy de que el número de cesantes irá en aumento, al paso que los salarios de los que quedan, al igual que los medios para la sanidad y la educación, serán considerable recortados. La situación en las regiones autónomas abrumadas por las deudas, incluso en las desarrolladas como Cataluña, también genera un sentimiento de inquietud en los españoles. No en vano el jefe del gabinete el otro día se vio obligado a reconocer: Madrid está dispuesto a examinar la posibilidad de pedir ayuda financiera al fondo anticrisis de la UE. El jefe del Banco Central Europeo, Mario Draghi, ha predijo reiteradamente que Madrid a fin de finiquitar sus deudas debe hacerlo oficialmente, con la circunstancia de que los socios comprenderán amistosamente sus problemas. Mariano Rajoy ha comenzado ya a prepararse para la recepción de trescientos mil millones de euros. A la oposición declara que lo hace en aras de los intereses de los españoles con vistas a “sobrevivir” en la “batalla europea”.
La UE asignará, lo más probable, un crédito a España en la cuantía mencionada. Con la particularidad de que en ella no están incluidos los cien millardos de euros sobre cuyo otorgamiento a la Banca española la decisión fue aprobada por la UE ya a inicios de verano. Madrid ofrece garantías sólidas en forma de bienes inmobiliarios estatales. En resumen, se hace realidad la previsión del primer ministro italiano Mario Monti, que tras su reciente encuentro en Madrid con el colega español dijo que España está “ya encarrilada hacia el grito de socorro”. Según el calendario trazado por Bruselas, el posible programa de asistencia a España será adoptado a finales de septiembre.
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