En Rusia, hasta los últimos tiempos, no se organizaban semejantes actividades. Aunque con bastante frecuencia estallan escándalos con piezas de antigüedades falsas, los engañados coleccionistas no desean hacer de sus desdichas un patrimonio de la opinión pública.
En este verano de 2012, en el museo “Casa de iconos de Spiridinovka” se planeaba inaugurar una exposición de lienzos de pintores rusos, comprados en la primera mitad de la década de 1990, por el fundador del museo, Igor Voziakov. La exposición prometía ser impresionante, pues figuraban los primeros nombres del arte ruso: Iván Aivazovsky, Nikolai Roerich, Alexei Bogoliubov, Borís Kustodiev. El valor museístico de cada lienzo era confirmado por conclusiones periciales, firmadas por especialistas de renombre de los grandes museos rusos.
A principios de 2012 se tomó la decisión de someter las obras a un nuevo peritaje, a fin de despejar hasta la sombras de dudas de su autenticidad. Cuan enorme fue el desencanto de los organizadores de la muestra al enterarse que, de los quince lienzos, nueve son piezas divinamente falsas. Con los precios de 2012, el daño es de unos diez millones de dólares.
La dirección del museo tomó una decisión sin precedente: la de exhibir, por primera vez en Rusia, los cuadros falsos, acompañados con todas las conclusiones emitidas, tanto positivas como negativas. Los organizadores de la exposición, inaugurada hoy, consideran que, ello servirá para llamar la atención al problema de las obras falsificadas en el mercado de las bellas artes rusas, así como los numerosos problemas relacionados con la labor pericial en las pinturas y obras de arte decorativo aplicado en Rusia.
Igor Voziakov señala que, “es indispensable superar una cierta inercia, propia de la sociedad rusa, y no avergonzarnos en denunciar que hemos sido engañados”. Agrega que, dista de ser insólita la situación cuando un coleccionista, al descubrir una obra falsa en su colección, se empeña en resolver el problema sin hacer mucho escándalo, ya sea devolver el trabajo al vendedor y recibir su dinero de vuelta, o tratar de venderlo a un tercero.
Al mismo tiempo, los expertos hablan del factor humano, en el sentido que tal trabajo es sumamente complejo, y se reservan el derecho a incurrir en error. Pero el problema consiste en que, hoy día, el experto no asume responsabilidad material alguna por ese error, y como resultado, la víctima es el comprador engañado.
En conferencia de prensa celebrada antes de la inauguración de la muestra, Alexander Chvala, director del Centro científico de peritaje independiente P.M. Tretiakov, citaba cifras desconsoladoras. Por su experiencia, no más de un tercio de los lienzos de pintores rusos de la segunda mitad del siglo XIX, en las colecciones rusas, son genuinas. Pero la situación con las obras de la vanguardia rusa es más deplorable. Solo un cambio de enfoque sistémico con respecto al peritaje de las obras de arte, la organización de una comunidad profesional y, la transparencia máxima en todas las etapas de la determinación de la autenticidad de las obras de arte puede cambiar la situación existente. Alexandr Chvala estima que, es indispensable la introducción de una especie de “pasaportes”, documentos en los que esté consignada la historia de la obra de arte, todas las fases de la restauración y los resultados de las distintas investigaciones.
Igor Voziakov expresó que, tal actividad no ejercerá influencia negativa en el desarrollo del mercado ruso de antigüedades. Por el contrario, contribuirá a su depuración. “Los coleccionistas deberían encargar un nuevo peritaje de las piezas de su colección, estima Voziakov. Como resultado, nos espera una tanda de procesos judiciales, y no solo en el territorio de Rusia”.
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