El 7 de Mayo se cumple un año desde la toma de posesión del cargo por Vladímir Putin. Al comentar los resultados del primer año de mandato en el cargo de jefe de Estado, los expertos indican que los esfuerzos del Kremlin se centran en el cumplimiento de las promesas electorales de Putin quien controla rigurosamente este proceso. Mientras tanto, las iniciativas presidenciales en el ámbito internacional consolidan el prestigio y la influencia de Rusia.
Una serie de artículos electorales de Vladímir Putin que tras la investidura se plasmaron en decretos concretos, así como su mensaje presentado a la Asamblea Federal en diciembre pasado, delinean los principales derroteros de la política interna y de las autoridades rusas para los próximos años.
Putin formuló con suma precisión las prioridades políticas de Rusia: promoción de los procesos integracionistas en el espacio postsoviético, defensa de los intereses nacionales y fortalecimiento de la seguridad global en diversas regiones del mundo, conservación de las garantías sociales para la población, así como un desarrollo económico sostenido.
Hoy por hoy, Moscú ocupa posiciones sólidas en la palestra internacional, opina el director general del Centro de Información Política, Alexéi Mujin:
–Rusia ejerce la presidencia en el G-20. Promueve diversos programas de desarrollo mundial que se rigen por principios y normas más justas que antes y también planea hacer esto en el futuro. Antes, el G-8 imponía sus términos al resto de los países que a raíz de ello verían mermada su soberanía. Los términos más justos y transparentes, adelantados por Rusia, lógicamente la convierten en el líder de los países que experimentan presiones por parte de la Unión Europea y EEUU.
Semejante liderazgo informal en modo alguno significa que Rusia practique una política de confrontación respecto a Occidente y algunas otras regiones con las que tiene divergencias. Desde luego, las relaciones de Moscú con algunas capitales europeas no se pueden calificar de ideales.
La falta del progreso en la solución del problema referente a la defensa antimisiles, las cacareadas afirmaciones sobre el pisoteo de las libertades democráticas por Rusia, así como la aprobación de la llamada lista Magnitski por el Congreso de EEUU difícilmente contribuirán a un mejor entendimiento recíproco.
La firme postura de Moscú que se opone a la injerencia foránea en la crisis en Siria, el apoyo al derecho legítimo de Irán a desarrollar su propio programa nuclear con fines civiles, también generan cierto antagonismo con Occidente. Pero, de mantener Rusia una postura más blanda, vayan ustedes a saber qué habría pasado con Siria. Todavía son frescos en la memoria los trágicos ejemplos de Libia, Iraq y algunos otros países en los que, bajo unos pretextos ficticios, se intentó introducir la “democracia” a punta de bayoneta.
Basta con echar una mirada a los itinerarios de las visitas oficiales de Vladímir Putin, así como la lista de los primeros mandatarios que visitaron Rusia, para hacerse una idea de lo multisectorial que es la política exterior del Kremlin. Durante un año, el presidente ruso visitó Gran Bretaña, Francia, Alemania, Israel, Palestina, China, India y muchos otros países, incluyendo los que forman parte de la CEI.
La semana pasada, Putin se reunió en el Kremlin con el primer ministro nipón Shinzo Abe, y ambos mandatarios volvieron a anunciar su disposición de reanudar las negociaciones para concluir un tratado de paz entre Rusia y Japón. El propio hecho de haber sido anunciada tal disposición evidencia un serio avance, sobre todo tomando en consideración que ambos países están en pie de guerra desde hace 67 años, aunque promueven una intensa cooperación económica e intercambios comerciales.
Moscú mantiene relaciones pragmáticas con sus socios, basadas en el respeto recíproco y la confianza.
Justamente por ello los vínculos económicos ocupan un importante espacio en los contactos a nivel cumbre. Los intensos procesos integracionistas en el espacio postsoviético demostraron lo acertado de esta política, destaca el politólogo Serguéi Mijeev:
–Putin es uno de los principales motores de la integración. Es un hecho que nadie puede poner en tela de juicio. En reiteradas ocasiones, el actual presidente ruso destacó que la consolidación de las relaciones con las exrepúblicas soviéticas es una prioridad de la política exterior de Rusia. El año transcurrido evidencia bien a las claras que el máximo dignatario se atiene firmemente a este principio. No es ningún simulacro, sino una estrategia política bien definida en las relaciones con los países dispuestos a promoverlas y conscientes de las ventajas que les reportan. La Unión Aduanera, integrada por Bielorrusia, Kazajstán y Rusia, es un primer paso hacia la creación de la Unión Eurasiática.
También Ucrania ha expresado recientemente su interés en participar en la Unión Aduanera (en una primera etapa, en calidad de observador). Ha anunciado su disposición a adherirse a la Unión Aduanera y al Espacio Económico Único Kirguizistán. Este tema se debate activamente en Tayikistán y Uzbekistán.
Los intereses de Rusia no se limitan a proyectos en los países vecinos, este es el planteamiento del presidente Vladímir Putin. Recientemente se ha anunciado la creación por Rosneft y el consorcio petrolero venezolano PDVSA de una empresa mixta que se dedicará a la prospección, la extracción y la comercialización de petróleo en Venezuela. De esta forma se subraya que el negocio ruso sigue teniendo en América Latina unas posiciones bastante sólidas.
Rosneft ha conseguido consolidar el 100 % de las acciones de la empresa TNK BP, lo que refuerza considerablemente su posición en el mercado y ha hecho a los dirigentes del Reino Unido suavizar su actitud hacia Moscú. En general Moscú está elevando el grado de su participación en los proyectos de los sectores de energía e infraestructura de muchos países, en concreto, en la construcción de centrales nucleares, extracción de materias primas y desarrollo de las redes de transporte.
En cuanto a la estabilidad económica y social en el país como parte de una comunidad global, se ha logrado mantenerla, señaló en la entrevista a La Voz de Rusia el experto del Fondo de Perspectiva Histórica, Pavel Sviátenkov:
–Se ha acabado de superar las secuelas de la crisis que se desencadenó en 2009. La situación económica en el país era bastante estable y no demasiado preocupante. El problema consiste en que la orientación de la economía nacional hacia las materias primas seguirá provocando crisis. Sin embargo, desde el punto de vista financiero y económico ha sido un buen año.
Los objetivos que se han planteado ante Rusia, explica el experto, son bastante complicados. Consisten en crear veinticinco millones de puestos de trabajo para mano de obra calificada, crear nuevos motores de desarrollo y superar las dificultades provocadas de la integración de Rusia en la OMC y la fuga de capitales. No obstante, se pronostica el aumento de las inversiones internas y externas, debido a la propuesta del Estado ruso de mejorar el clima de inversión en el país. Una gran importancia se concederá a la lucha contra la corrupción. Y en este sentido este año las autoridades han obtenido palpables resultados, subraya el presidente del Instituto de Estrategia Nacional, Mijaíl Rémizov:
–El saneamiento de las estructuras públicas ha sido intenso y demostrativo. Se han tomado medidas que prevén unas normas más estrictas para los funcionarios y los negocios afines. De momento no se han conseguido resultados sistémicos, pero ya se han redactado planes y la voluntad política en su realización es evidente. Ello en sí ya es muy importante.
A finales de abril, el Gobierno de Rusia informó del cumplimiento de los decretos presidenciales, asegurando que se habían cumplido ciento diez de las ciento cincuenta y una indicaciones de Putin, de realización entre 2012 y 2013. El resultado es positivo, pero dista de ser perfecto, se reconoció. Vladímir Putin durante su última sesión de preguntas y respuestas reconoció que había habido dificultades con el cumplimiento de algunos de sus decretos. A veces se debe a que las autoridades locales ralentizan todo el proceso. Además, los planteamientos a menudo precisan de concentración, un rasgo que no todos los funcionarios pueden ostentar.
El presidente ruso dio el total de doscientos ochenta encargos en la esfera de la política social y demográfica, la economía, el rearme y demás esferas de la vida pública. Unas sesenta y siete de estas indicaciones han de ponerse en práctica los próximos años. De modo que solo se podría hablar de los resultados preliminares de la presidencia de Vladimir Putin.
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