El 19 de abril se inaugura en Londres la exposición “Retratos reales”, en la que se exhiben retratos de monarcas contemporáneos de Europa, hechos por el pintor ruso Alexei Maximov.
Lo singular de la colección consiste, sobre todo, en que los retratos fueron pintados, exclusivamente, como se diría, del natural. Es más, once de ellos son lienzos tradicionales, y doce, miniaturas de esmalte creadas por el pintor con una técnica que se conservaba desde el siglo XVII. Estas reproducciones, del tamaño de la palma de una dama, tienen, además, un marco de veras real: oro blanco, plata y brillantes. Los especialistas avaluaron la colección en diez millones de libras esterlinas.
Un detalla interesante más: el pintor Maximov creó los retratos por encargo de los Museos del Kremlin de Moscú, cuyos fondos guardan no pocas obras de arte similares. En 1992, con la recomendación de los museos del Kremlin, Alexei Maximov y su colega Leonid Efros viajaron a Londres. Allí lograron lo imposible, ser recibidos por la monarca transcurridos meses contados, mientras que, no faltan los que deben esperar años. La audiencia con Isabel II, fijada para cuarenta minutos, se prolongó dos horas, recordaba el pintor en entrevista para nuestra emisora:
—Eran los tiempos del legendario matrimonio de Charles y Diana, y nosotros, sin conocer en absoluto la situación en la familia preguntamos si podríamos pintarlos. La reina guardó silencio, como si no hubiera escuchado la pregunta. Rompiéndolo expresó: “Mejor será que pintara a mi madrecita, la reina Isabel y a la princesa Anna”. Días más tarde llegaba la carta en la que se confirmaban las sesiones de pintura.
Ese fue el comienzo de toda una serie de retratos de miembros de casas reales de Europa. A continuación de la reina madre, Isabel II y de la princesa Anna vinieron los retratos de María Cristina, princesa de Kent, de la reina de los Países Bajos, Beatriz, del rey de Noruega, Harald V, y de su consorte, la reina Sonia. Siete miembros de monarquías. Todos ellos nos sorprendieron con su espíritu democrático y con su humor. Y la reina madre, Isabel, distinguió incluso a los pintores con un pequeño banquete, el que Maximov recordaba así, en entrevista para La Voz de Rusia.
—La reina contó entonces que había sido ya pintada por un ruso, de apellido Sorin. ¿Quiere que le muestre el retrato? Nosotros la pintamos en el palacio de Buckingham. Allí hay una enorme sala amarilla. Es el lugar donde la reina, o miembros de la familia real posan generalmente para los pintores de palacio. Pero, la reina madre posó no allí, sino en el salón del hogar, como en el corazón de la familia, donde se reúnen generalmente todos sus miembros. Es la Clarence House, en la que en todas partes colgaban retratos contemporáneos. Pero los dibujos de Sorin estaban en el segundo piso. Y para mirarlos subimos juntos al segundo piso. La verdad es que, Su Majestad no sólo nos mostró esos dibujos, sino que toda su colección.
Es más, por simpatía hacia los pintores rusos, la reina madre firmó para ellos su retrato, algo de veras muy excepcional. La reina de los Países Bajos, Beatriz, por ejemplo, se negó a hacerlo revelando al pintor que, estampaba su firma sólo al pie de decretos reales. En cambio el encuentro con el rey de Noruega, Harald V se le grabó gracias a un divertido episodio. El pintor ruso lamentaba que el rey no luciera uniforme de parada. “Esto puede ser enmendado”, reaccionó al instante Su Majestad. Al día siguiente posaba para Maximov… el uniforme mismo, mejor dicho, un militar de la guardia con el atuendo real. A propósito, el rey estaba presente sin guardaespaldas, pero varias personas “custodiaban” el uniforme real…
Después de la clausura de la exposición, la reina de Gran Bretaña convino gentilmente en aceptar uno de los objetos de la muestra, como un regalo para el magno aniversario.
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