A saber: será irreversible la tendencia al cambio de cúpulas gobernantes en los países miembros de la UE en crisis, o bien los franceses otra vez darán crédito a la figura, quizá, más llamativa y contradictoria de la Quinta República, o sea al Presidente actual Nicolas Sarkozy. En este caso y en otro, Europa cambiará, considera nuestro observador Piotr Iskendérov.

Es obvio ya que los futuros comicios serán decididos en la segunda ronda y por unos contados tanto por ciento. La propia campaña retrata inmejorablemente la situación general de Europa sumida en la crisis, Europa en la que a los políticos “de peso pesado”, hoy en el poder, partidarios de la integración europea y de ambiciosos proyectos geopolíticos, se les enfrentan políticos cuyo bagaje electoral fundamental es el descontento de la sociedad por las autoridades. Estos políticos, a menudo, carecen de carisma y ni siquiera pueden formular detalladamente su visión del futuro del país. En Francia así es el principal rival de Nicolas Sarkozy, el socialista François Hollande.

Pero Sarkozy no está dispuesto, ni mucho menos, a confirmar con su ejemplo la tendencia fortalecida el año pasado al cambio de gobiernos en los países europeos. El actual jefe de Estado se posiciona como un Presidente acertado del período de crisis porque “ha hecho todo para defender” a los franceses y a Francia.

No obstante, el veredicto definitivo de los electores no dependerá, lo más probable, de la percepción del programa sino de la valoración general del estado de cosas en el país y en Europa en su integridad. Y en esto, el cansancio producido por las cúpulas gobernantes y la aspiración de cambios puede devenir un factor de importancia, señaló en charla con nuestra emisora Dmitri Danílov, experto del Instituto de Estudios Europeos de la Academia de Ciencias de Rusia:

–En Europa contemporánea persiste el divorcio entre los medios gobernantes y la sociedad. A pesar de las declaraciones de los políticos rectores, la crisis en la UE y en la zona euro no se ha superado, lo que obliga a los electores a ver con escepticismo a las cúpulas gobernantes. Y estos últimos, por su parte, se ven constreñidos a endurecer su retórica y a jugar en el campo de sus oponentes. Los correspondientes cambios se perciben ya en el plano geopolítico, en particular, en la postura bastante fría de los europeos a las exhortaciones de EEUU a incrementar su aporte a los gastos sumarios de la OTAN. Las promesas que se dejan oír en Francia de evacuar tropas de Afganistán son manifestaciones de esta misma tendencia. En caso de que se lleve la palma Hollande, las nuevas autoridades francesas se orientarán, lo más probable, a los problemas socio-económicos internos. En cambio, la reelección de Sarkozy augura una nueva espiral de actividad geopolítica de Francia en Europa y más allá de sus confines.

Sea como fuere, en la próxima quincena (la segunda ronda se efectuará el 6 de mayo) Francia dará su respuesta a muchas cuestiones europeas.