La tasa de interés sobre bonos de diez años de España por primera vez en 2012 ha franqueado un límite riesgoso: el seis por cuento. El país está al borde de la capacidad para servir por sí mismo las deudas.

Más de un billón de dinero vivo entregado hace poco por el Banco Central Europeo para completar la liquidez de los bancos de Europa no fue sino una inyección calmante a un paciente de gravedad. Muchos expertos europeos han visto con más claridad: con el dinero es posible tan solo comprar tiempo pero no resolver los problemas cardinales.

Es difícil no estar de acuerdo con la conclusión inferida por el economista alemán Henrik Müller. El aumento del PIB, cada vez más, se debía a los créditos baratos. Y cada vez una cantidad mayor de medios prestados obviaba el sector de producción. Pero, lo fundamental deben ser los menesteres de la sociedad y no las ganancias. Un propósito loable, pero que se parece más a una nueva utopía de la época del capitalismo bursátil-especulativo. Escuchemos lo que dice al respecto el experto ruso Ruslán Grinberg, director del Instituto de Economía y miembro correspondiente de la Academia de Ciencias de Rusia:

Yo creo que no se trata de la utopía sino del retorno al capitalismo humano o semi-humano de la segunda mitad del siglo XX. Hay que eliminar todas las escapatorias a las que recurren los ricos. Y en general esta moda de apoyar a los ricos… Como si tan solo ellos pudieran garantizar plazas de trabajo y un desarrollo sano de la economía. Es un mito. En los últimos treinta años el mundo se ha habituado a un cuadro basado en el fundamentalismo de mercado. El mercado, dizque, lo arregle todo por sí mismo. Era una utopía. Hoy muere pero muy despacio.

Extraer la mayor cantidad posible de ganancias del capital y no el bienestar de la sociedad se ha convertido hoy en el objetivo en sí, en un icono del neoliberalismo. Y lo más funesto de toda esta historia consiste en que por el momento tan solo los expertos más avanzados exhortan a decir “¡Basta!” a este modelo que conduce a un callejón sin salida.