El acuerdo sobre el South Stream ya está listo para ser firmado, pero la ceremonia ha sido aplazada por el duelo nacional decretado en Bulgaria por la muerte del Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Búlgara, Maxim. Pero por ahora no está clara la suerte del Tratado sobre los suministros.
Las delicadas negociaciones sobre el gas, por lo general, incluyen toda una serie de circunstancias. Bulgaria está de acuerdo en dar su consentimiento para la construcción del South Stream a cambio de una rebaja del 11 % del gas ruso que recibe. Y esto a pesar de la multa que no pagó por la negativa a terminar de construir la central nuclear de Bélene, en la que Rusia ya hizo grandes inversiones, y también pese a que Gazpom pagará la construcción del sector búlgaro de South Stream. Pero, a decir verdad, Sofía no recibirá las recaudaciones por el tránsito del hidrocarburo hasta 2030.
Si hacemos un balance, deberíamos preguntarnos: ¿no saldrá perdiendo la parte rusa? El director general del Fondo de Seguridad Energética Nacional, Konstantín Símonov, opina:
–South Stream es para Rusia un proyecto muy importante. Gazprom empeña grandes esfuerzos para su materialización. Tan solo en las últimas semanas se firmaron acuerdos sobre la resolución final sobre las inversiones con Serbia y Hungría. Desde luego que también quisiéramos cerrar acuerdos semejantes con los demás países de tránsito antes de poner en marcha el tramo marítimo de la tubería. En esta cadena Bulgaria es el socio más problemático. Cualquier proyecto energético con ese país es un dolor de cabeza garantizado. No puedo calificar más que como idea preconcebida, por ejemplo, la negativa de Sofía al tendido del oleoducto Burgas-Alexandrópolis y a ultimar la construcción de la central nuclear de Bélene. ¡Y cuántos años duran ya las negociaciones sobre South Stream! Está claro que en aras del objetivo final estamos haciendo algunas concesiones. La rebaja del precio del gas en este “juego” es factor importante. Pero no todo es tan trágico. Quiérase o no, tal como demanda la Unión Europea, habrá que nivelar los precios del gas. Es que para Polonia y Bulgaria son más altos que, digamos, para Alemania e Italia. Y si no queda más remedio que hacer la concesión de precios requerida, lo mejor es a cambio de una ventaja real. Considero que es un buen logro el hecho de que se consigue mantener el diálogo sobre el gas con los búlgaros.
El ministro de Economía y Energía de Bulgaria, Delian Dobrev, declaró que la Comisión Europea debe coordinar el acuerdo sobre South Stream. ¿De qué se trata? Konstantín Símonov, estima:
–Es qué se intenta aplicar a South Stream las reglas del conocido Tercer Paquete Energético, que supone la igualdad de acceso de todos los productores de gas a la infraestructura de transporte, o sea que el propietario del hidrocarburo no debe ser propietario absoluto de la tubería. Y en caso de que lo sea está obligado a registrar no menos del 50 % de los volúmenes de exportación a favor de otros proveedores alternativos. Nosotros demostramos que además del gas ruso, físicamente, no puede haber ningún otro en South Stream. Simplemente no tiene de dónde caer en la tubería. Siendo así, ¿por qué no conceder al proyecto el estatus TEN (Trans European Network), o sea arteria transeuropea, lo que lo excluye de la vigencia del Tercer Paquete Energético? Pero recordemos que South Stream tiene un rival europeo – Nabucco, y por eso nadie se apresura a aliviarnos la vida.
Rusia tiende gasoductos a Europa, pero, al mismo tiempo, en Bulgaria, en la frontera marítima con Rumania, se ha descubierto un importante yacimiento de gas. Los búlgaros ya han declarado animosamente que para 2030 se librarán de la importación de gas. ¿Cuáles son las perspectivas de la demanda de gas ruso en Bulgaria y en Europa en general? La demanda aumentará –afirma el experto moscovita:
–Por consideraciones ecológicas Bulgaria, detrás de Francia, prohibió en su territorio la extracción de gas de esquisto. A cambio se encontró otra “panacea” – el yacimiento en la plataforma continental. No obstante, la ecología no es una ciencia fácil. Todas estas reservas deben ser confirmadas, y para las investigaciones se necesitan medios considerables. Los proyectos en las plataformas continentales en Grecia, Ucrania o Bulgaria se asemejan más bien a una gigantesca propaganda en contra del proveedor tradicional de gas. Soy escéptico con respecto a las perspectivas de la independencia energética de Bulgaria, que supuestamente le garantizará el yacimiento de gas en las aguas fronterizas con Rumania. Y, en general, en Europa hay muy poco gas propio. Las reservas existentes se encuentran en fase de extracción decreciente. Las esperanzas cifradas en el gas de esquisto, en los yacimientos de las plataformas continentales o en el gas de esquisto licuado procedente de EEUU, no son más que elementos de presión sobre Rusia, que hace ya más de cuarenta años suministra puntualmente el combustible a Europa. Solo dos veces hubo problemas: en 2005 por las cruentas heladas, y en 2009 por culpa de Ucrania.
Konstantín Símonov considera que la actual caída del consumo de gas en la UE es temporal y se debe a la crisis financiera. La tendencia general apunta a un aumento de la importación del hidrocarburo. Según algunas estimaciones, el consumo de gas hacia 2020 aumentará entre ciento diez y ciento veinte mil millones de metros cúbicos. Las nuevas tuberías que Rusia construye con sus socios en Europa serán muy pero muy útiles.
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