A pesar de que el presidente de la Duma de Estado de Rusia Serguei Narishkin canceló su viaje a Estrasburgo, Rusia enviará  representantes. La actual situación es consecuencia directa de los constantes intentos de la UE de emplear las tribunas del APCE para ventilar sus relaciones políticas con Rusia. La víspera, en un escándalo con matiz sexual terminó la conferencia de ministros para la política juvenil de los países miembros del Consejo de Europa.

Serguei Narishkin que debía presidir la delegación de parlamentarios rusos en las sesiones de la APCE, decidió boicotear estas actividades por su desacuerdo a un proyecto de resolución del APCE sobre Rusia. En caso de ser aprobada, se exigirá de Moscú concesiones inaceptables en la política exterior e interna. Por ejemplo, la revisión de la legislación electoral, de las leyes sobre partidos, mítines, etc.

Rusia puede y debe usar su derecho a boicotear aquellas sesiones de la APCE, en las que se propone “juzgarla”, recalcó Alexei Mujin, director general del Centro de Información Política.

—A juzgar por las últimas tendencias en diferentes comisiones europeas, se trata precisamente de un “juicio orquestado”. Se han acumulado muchos proyectos llamados “de imagen”, en los que Europa y EEUU presentan con mucho gusto a Rusia exigencias bastante especulativas respecto a la violación de los derechos humanos y  otras cosas que en realidad, a nuestros ojos y a los ojos del resto del mundo, no son pecados sino asuntos internos de Rusia. Así y todo, Rusia, sin duda, no debe renunciar a los mecanismos e instrumentos de influencia sobre la comunidad europea que le ofrece la participación en la APCE.

Con todo esto, el paso dado por Serguei Narishkin es justificado en cualquier caso, considera Alexei Mujin.

Una especie de preludio a la situación conflictiva en torno al viaje de la delegación rusa a Estrasburgo fue el escandaloso final de la IX Conferencia de titulares para la política juvenil de los países miembros del Consejo de Europa. Por primera vez en la historia de esta actividad no se aprobó la resolución final. Según señalan muchos medios de prensa rusos y extranjeros, las circunstancias se desarrollaron del siguiente modo: en el texto de la resolución ya preparada los europeos de improviso, introdujeron un punto sobre los derechos de los homosexuales, insistiendo en que este tema era prioritario. En respuesta Rusia bloqueó la adopción de la resolución. Pero, en realidad el documento fue bloqueado por Bélgica y Suecia, precisó Timofei Bordachov, director general del Centro de Investigaciones Europeas e Internacionales Integrales. Los representantes de estos países declararon que no votarían por la resolución si no se introduce allí el punto sobre los derechos de las minorías sexuales. Y todos comprendían que Rusia, así como Grecia y Polonia, no aceptarían tal enmienda. El problema es mucho más amplio, señaló Timofei Bordachov.

—Si hablamos en conjunto, el problema consiste en que ahora Rusia y la UE, en primer lugar la UE, porque son muchos, son la mayoría en cualquier organización europea, aprovechan sus tribunas: el Consejo de Europa, la OSCE, para aclarar las relaciones políticas. No directamente, no en el diálogo Rusia-UE, donde todo es magnífico, se celebran cumbres, vienen Barroso, Rompuy, Ashton y hablan amablemente con Putin y Lavrov, sino que en esas organizaciones. Y así destruyen estas instituciones  y cada vez son menos eficaces.

La hiperactividad de la Comunidad Europea orientada a imponer los derechos de las minorías sexuales se explica con facilidad, considera Alexei Mujin. Para Europa los derechos de las comunidades de país es un problema muy sensible, se puede decir que es un problema electoral. Por eso los europeos se ven compelidos a presentar estos problemas a discusiones públicas y a plantearlos al más alto nivel político.