Autores: N. Sorokin, S. Andréieva
Por cierto, estas entidades restringieron sus previsiones en el tiempo: a los próximos diez años. Sus expertos, decidieron renunciar a cualquier pronóstico al término de ese plazo.
Aún en el siglo XVIII el científico inglés Thomas Malthus creó la teoría demográfica, que recibió su nombre: maltusianismo. De acuerdo con esa teoría, en el futuro el aumento de la población superará de forma considerable el crecimiento de la producción de productos alimenticios, lo cual conducirá a un hambre inevitable. ¿Pero cuándo? En el último informe que los expertos de la OCDE realizaron conjuntamente con sus colegas de la FAO, se habla de una ralentización del crecimiento de la producción agrícola y de un encarecimiento paralelo de la carne vacuna, de ave y de los cereales, a la vez que la superficie total de las tierras fértiles en el mundo continuará reduciéndose de forma imparable. Sobre este telón de fondo resultan muy pesimistas las noticias sobre la sequía en EEUU y una próxima inflación alimentaria. Por si fuera poco, los precios de algunos productos agrícolas ya han aumentado, por ejemplo, el maíz en un 40 %. ¿Será posible que Malthus tenga razón? – se lamentan algunos expertos y científicos. Nadie discute que la actual temporada se caracteriza por los precios altos, pero no por el hambre –dice el director de un centro analítico ruso Andréi Sizov:
–En general soy optimista, y no estoy del todo de acuerdo con las previsiones maltusianas de que la población de la Tierra superará sus propias posibilidades de producir la cantidad suficiente de productos para alimentarse. Les recuerdo que no es el primer año ni el primer decenio que se hacen estas previsiones. Por ejemplo, a mediados del siglo pasado, en los años cincuenta, la influyente organización Club de Roma habló activamente de una escasez de alimentos. Estos pronósticos no se cumplieron. De todos modos considero que con ayuda de las agrotecnologíasa medio plazo (cinco, diez, veinte, treinta años) este asunto se resolverá.
Según Andréi Sizov, los altos precios de los productos agrícolas no sólo permiten obtener buenas ganancias a los granjeros, sino además estimulan el desarrollo de las agrotecnologías para atraer inversiones al sector.
Pero en el aumento de los precios de los productos alimenticios puede estar la otra cara de la medalla –estima el experto ruso Vladímir Braguin:
–Si vemos un aumento de los precios de los productos alimenticios, pues esto comúnmente tiene que ver con los países en vías de desarrollo. Existe, por ejemplo, la opinión, que comparto en buen grado, de que los sucesos en Oriente Próximo, que se tradujeron en revoluciones con golpes de estado, obedecían simplemente a que los precios de los alimentos eran altos. A ello se debe la política de inestabilidad e incluso las revoluciones y hasta los cambios de regímenes. Por lo que importa a los países desarrollados, pues los alimentos ocupan una parte bastante pequeña de la canasta de consumo y no son catastróficos para las economías de los países en general. No obstante, las consecuencias de las subidas de los precios pueden ser las más diferentes, pero, en general, por ahora no espero nada catastrófico.
Añaden optimismo los últimos datos difundidos por el Departamento de Agricultura de EEUU: más de la mitad de todos los sembrados se encuentran en buen estado y sólo cerca del 22 % de la cosecha de cereales puede perderse. De modo que los aficionados al maltusianismo tendrán que esperar.
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