La Agencia Espacial Rusa Roscosmos y la Agencia Espacial Europea  (ESA) firmarán el 10 de marzo un acuerdo sobre el proyecto ExoMarte, que prevé el envío a Marte de misiones de investigación entre 2016 y 2018.

ExoMarte permitirá a Rusia continuar sus investigaciones sobre el Planeta Rojo con estaciones interplanetarias automáticas, tras el fracaso de la sonda rusa Fobos-Grunt.

La inclusión de Rusia en el proyecto inicialmente europeo-norteamericano se discutió desde 2011. Lo norteamericanos ya enviaron al planeta Rojo el laboratorio científico MSL. Debido al recorte de presupuesto, su participación en un segundo proyecto marciano resultó complicado. Según los planes establecidos, EEUU debió aportar los cohetes portadores para ubicar en las sondas en el espacio y construir uno de los dos vehículos automáticos. Para los europeos lo importante es garantizar el descenso en el planeta, ya que en su suelo ya se han posado únicamente aparatos de Rusia y EEUU. Cuando la NASA abandonó ExoMarte, el programa fue rectificado, dijo a La Voz de Rusia el vicedirector del Instituto de Investigaciones Espaciales, Oleg Korabliov:

—El proyecto ExoMarte consta actualmente de dos lanzamientos y tres elementos. En 2016 se tiene previsto lanzar a Marte el aparato orbital TGO (Trace Gas Ortiber) y un “demostrador de aterrizaje”. En él se colocará una fuente de isótopos de energía eléctrica, lo cual lo convertirá en una misión científica de pleno valor. Estos dos elementos serán llevados por el cohete ruso Protón. Los equipos científicos se repartirán en las misiones de 2016 entre Rusia y Europa en partes iguales. En 2018 la misión constará únicamente del módulo de descenso, que también será trasladado con un Protón.

En el aparato orbital se instalarán equipos rusos para el estudio de de los gases de la atmósfera, en primer lugar el metano detectado en su composición ocho años atrás. Entonces se armó un alboroto porque el metano puede tener procedencia biológica. Otros gases puede indicar indirectamente la actividad volcánica, si bien aún no ha sido advertido en el planeta. Otros dispositivos se ocuparán del vapor de agua en la atmósfera y compondrán el mapa de los hielos bajo la superficie del planeta, lo cual es indispensable para escoger el descenso en la segunda etapa de ExoMarte. El dosímetro permitirá medir el grado de peligro de la radiación para los cosmonautas en la órbita marciana. Estas tareas se cruzan con las que debía cumplir la sonda Fobos-Grunt, prosigue el científico:

—El Fobos-Grunt llevaba equipos no sólo para el estudio de Fobos, sino también de Marte. Se trata de espectrómetros infrarrojos. Su funcionamiento estaba limitado a varios meses tras el descenso en Fobos. Las ideas, introducidas en esos equipos, serán materializadas completamente en el complejo atmosférico del aparato orbital TGO.

El módulo de descenso que será lanzado en 2018 consta de dos partes. Una de ellas es el vehiculo automático o martejod europeo de trescientos kilogramos. Su diferencia del MSL consiste en la posibilidad de hacer perforaciones y tomar muestras de las profundidades del suelo, donde probablemente haya indicios de vida. La otra parte del módulo es un complejo de aparatos sobre una plataforma inmóvil, dice Oleg Korabliov:

—Esta estación geofísica ha sido proyectada bajo el papel predominante de Rusia, que también responderá por todo el descenso. El aspecto de la plataforma aún no ha sido precisado. Su prioridad será la posibilidad de monitorear largo tiempo. En ella habrá sismómetros y aparatos meteorológicos. Por ahora no se han detectado señales sísmicas en Marte, para ellos se necesitan dispositivos sumamente sensibles.

Las misiones del ExoMarte también estudiarán la distribución y la circulación de temporada del agua en el planeta. Esto es mucho más delicado que la simple búsqueda de sus vestigios. Según el científico, ahora semejante cuestión ni siquiera se plantea: la ciencia ya sabe que en Marte hay agua en todos sus estados y en cantidad apreciable.

 

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